Los músculos están recubiertos por unas fascias o aponeurosis que los protegen, pero que limitan su capacidad de expansión. Durante la actividad física, al requerir mayor circulación sanguínea, los músculos aumentan de volumen. El aumento del contenido vascular, del filtrado capilar y una potente contracción muscular pueden aumentar el tamaño del músculo el 20-30% y la presión dentro del compartimento muscular.

Existen dos tipos de síndromes compartimentales: uno crónico o propio de deportistas y otro agudo o por traumatismos violentos como fracturas cerradas de fémur o tibia, traumatismos de partes blandas (hematomas musculares), compresiones arteriales o venosas, etc.

El síndrome compartimental crónico, característico de deportistas o de trabajadores manuales se produce por ejercicio físico repetido hasta la extenuación o de forma muy abrupta. Es frecuente en piernas de corredores de fondo, en muslos de ciclistas y en antebrazos de motociclistas.

También influyen la mala preparación física o las cargas elevadas de trabajo sin suficiente recuperación, las superficies duras o el calzado inadecuado.

La forma aguda se produce por traumatismo vascular con dolor intenso, profundo e incapacitante acompañado de parestesias, con la piel tensa, caliente y sensible. Los pulsos distales están presentes, pero si persiste la parestesia u hormigueo terminan en anestesia o perdida de sensibilidad y parálisis.

La forma crónica suele ser bilateral y se produce por el ejercicio repetido, llegando a limitar la actividad física. El dolor aparece en el compartimento afectado siendo progresivo y debilitante hasta obligar al deportista a detenerse.

En la pierna existen cuatro compartimentos: anterior, lateral, posterior superficial y posterior profundo. Lamayoría de los casos afectan a los compartimentos anterior y lateral. El dolor se localiza según los nervios y músculos afectados.

Casos crónicos

El diagnóstico en los casos crónicos es más complejo, pues la exploración en reposo es normal. Se realiza el diagnóstico diferencial con fracturas de estrés de tibia o peroné; periostitis tibiales, tendinitis y tenosinovitis del tibial anterior, roturas fibrilares del tríceps (gemelos-soleo).

Los síndromes agudos son una urgencia. Se producen alteraciones ya a los 30 minutos que pueden resultar irreversibles a las 12 horas.

Los síndromes crónicos deben modificar el programa de entrenamiento y de ejercicio físico y observar si se atenúan los síntomas. En caso contrario se procede a la cirugía: fasciotomía del compartimento afecto. A las 2-3 semanas se reinicia la actividad de formaligera y gradual.

Es importante la prevención. Hay que evitar programas hipertróficos musculares y realizar ejercicios elastizantes de aponeurosis y músculos. Debe existir una adecuada preparación física, progresiva y constante, y evitar el exceso de quilómetros en superficies duras.

*Especialista en medicina

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