Cuando en ocasiones me preguntan cuál creo que ha sido la mejor carrera de Roberto Merhi, desde hace dos años siempre respondo lo mismo: la de su estreno en las 24 Horas de Le Mans.

A lo largo de su carrera, Teto ha protagonizado otras grandes actuaciones. En karting, en monoplazas e incluso en el DTM, donde vivió, quizá, su etapa más gris. Pero creo que lo de Le Mans fue sencillamente brutal.

Su rápida adaptación a un circuito tan singular como el de la Sarthe, su seguridad a la hora de rodar en mitad del tráfico, su ritmo durante los relevos nocturnos... Recuerdo que su ‘average’ (la media de sus mejores vueltas) solo fue superado por todo un expiloto de Audi como René Rast. ¡Y eso que Teto fue el único que llegó a encadenar cinco relevos consecutivos con los mismos neumáticos!

Después de aquella demostración, hay ya pocas cosas del castellonense que me puedan sorprender. Pero quizá una de ellas sea su pundonor.

Después de vivir el sueño de la Fórmula 1, probablemente cualquier otro hubiese renunciado a seguir corriendo si no es, al menos, con los mismos medios que los de sus rivales. Teto, sin embargo, no ha dudado en aprovechar cualquier oportunidad para seguir en la brecha, aunque sea en clara inferioridad de condiciones, como este año. El podio del viernes en Montecarlo -que espero no sea el último- es, al menos, reconfortante.