La parálisis de la N-232 (y por extensión de la A-68, como se denominará la carretera general cuando se convierta en autovía) en la provincia de Castellón contrasta con los avances que albergan ambos viales en la comunidad vecina, Aragón. Mientras, como anunció Mediterráneo, en Castellón el Ministerio de Fomento ha pospuesto al primer trimestre de este año (se había anunciado para noviembre) la licitación de las obras para eliminar las 68 curvas del puerto de Querol --una demanda que la provincia viene exigiendo desde hace 22 años-- a unos pocos kilómetros otras obras avanzan.

Y lo hacen “a buen ritmo”, indica el alcalde de Morella, Rhamsés Ripollés. Se trata de las actuaciones desde Ráfales (Teruel) al límite de la provincia de Castellón, que estuvieron paradas varios años por falta de fondos y se retomaron en mayo. En la obra, que también beneficiará a la provincia, está previsto invertir 47 millones de euros, un montante similar al necesario para eliminar las curvas en el puerto de Querol.

Pero este tramo no sale adelante, a pesar de que el Ministerio ya dispone de los terrenos, según Ripollés, a quien, eso sí, no le “consta” que Fomento haya pagado todavía. Cuando concluya la obra que lleva a cabo en Teruel, Fomento habrá terminado la mejora de la N-232 en esta provincia. Y en Castellón todavía le quedan dos tramos: el de Querol y el que va desde allí a Morella, pendiente de la declaración de impacto.

Más sangrante es incluso el caso de la A-68. En la provincia el Ministerio no ha avanzado nada desde que anunció, el 14 de julio del 2009, que esta autovía saldría al mar por Vinaròs y no por Tarragona. Ni siquiera ha sacado a licitación el estudio informativo que debe trazar el primer recorrido de la carretera en doble carril por sentido. Ello choca con otros tramos, donde sí avanza el vial. Entre Figueruelas y Gallur (Zaragoza) inició las obras, por valor de 47,37 millones, el pasado 3 de diciembre. Y solo 11 días después licitó, por 82 millones, su continuidad hasta Mallén. H