El absentismo laboral podría utilizarse como indicador de la salud de la economía de Castellón: cuando ésta va bien, sube y cuando va mal, baja. Lo ocurrido durante los últimos años es un ejemplo perfecto: las bajas por enfermedad común empezaron a reducirse en 2008 y tocaron fondo en 2013. En 2014 empezaron tímidamente a repuntar, pero ha sido en los últimos dos años cuando se ha notado un aumento importante. Y a más bajas más gasto. Tanto que el absentismo laboral costó el año pasado en Castellón 69,3 millones de euros.

Que el absentismo laboral sigue repuntando en la provincia es algo que demuestran los últimos datos que maneja el Ministerio de Empleo y Seguridad social. Durante el 2017, una media de 2.581 trabajadores al mes han obtenido de su médico una baja laboral. O lo que es lo mismo: 30.972 al año. Las cifras suponen un alza del 7,6% respecto a la media del 2016 (2.398 procesos al mes), aunque todavía están bastante lejos de las registradas en el 2008, cuando el número de bajas iniciadas en ese periodo superaba las 4.000 mensuales.

El incremento es todavía más espectacular si se comparan los datos del último año con los del 2014. Hace tres años, la Seguridad Social tramitaba una media mensual de 1.933 procesos de Incapacidad Temporal por Contingencias Comunes (ITCC, nombre técnico de las bajas laborales por enfermedad común), lo que demuestra que desde ese año, y coincidiendo con la recuperación de la economía, la incidencia ha aumentado un 33%. En 2014, las bajas costaron 61,3 millones.

EL ABSENTISMO SE ALARGA // Fijarse en el número total de bajas para determinar el nivel de absentismo no es del todo riguroso. Si hay más gente trabajando es lógico que haya también más empleados que se pongan enfermos. Esta distorsión se elimina al utilizar un indicador per cápita: la incidencia media mensual de la incapacidad temporal por cada mil trabajadores. Y esta también está subiendo en Castellón. En 2014 era de 11,39 bajas al mes por cada mil empleados y en 2017 se ha situado en 13,88. Queda claro, pues, que el absentismo está subiendo a mayor ritmo de lo que lo crece el propio empleo.

Aumentan las bajas y también son más largas. En el pasado 2017, y siempre según los datos del Ministerio de empleo, la duración media fue de 55,26 días, dos más que en el 2014. Hace una década, en cambio, los procesos eran mucho más numerosos, pero duraban algo menos, 46 días.