NACIMIENTO MADRID, 14 DE AGOSTO DEL AÑO 1915.

FALLECIMIENTO CASTELLÓN, 6 DE NOVIEMBRE DEL 2000.

PROFESIÓN DIRECTORA DE LOS COLEGIOS SERRANO SÚÑER Y HERRERO.

VOCACIÓN MISIONERA SEGLAR, PRESIDENTA DIOCESANA DE ACCIÓN CATÓLICA Y DE VIDA ASCENDENTE.

Somos muchos los que nos hemos pasado media vida buscando nuestro camino, pensando que tal vez lo encontraríamos a la vuelta de la esquina. Y siempre nos envuelve la sensación de que nuestra verdadera senda no está por donde transitamos, tal vez porque no fuimos sinceros con nosotros mismos al no escuchar con atención las voces interiores, no supimos leer la carta de nuestro destino. Con suerte, un día tenemos el deslumbramiento de conocer a quien sí encontró en la vida su verdadero camino, el destino que se le había reservado para hacer algo diferente.

Hablo de Bibiana Ripollés. Un día de 1948 se inauguró el Colegio Serrano Súñer y ella fue su primera directora. Atrás quedaban muchos esfuerzos y singulares odiseas familiares, pero por delante, le esperaba una misión ciudadana y espiritual de gran transcendencia. En ese ir y venir, me crucé muchas veces en su vida apasionante. Y recuerdo algunas de sus confesiones.

--Después de conseguir el número 1 en la oposición --decía--, no había ninguna escuela vacante en Castellón, donde yo quería estar con mi familia. Conseguí colocarme en Vila-real, hasta que en las oposiciones a plazas mayores de 10.000 habitantes, aprobé tres veces también con el número 1, sin haber vacantes en Castellón. Podía ir a Madrid, Barcelona, Valencia, plaza que elegí provisionalmente hasta que mediante una permuta, conseguí lo que anhelaba, lo que buscaba.

--Y llegó el Serrano Súñer.

--No, no. Primero me colocaron en un local en la Ronda Mijares en una unidad de párvulos, sin compañeros ni material adecuado, sin patio de recreo... un desastre. Sin embargo las niñas y sus familias eran encantadoras.

--Hasta que apareció el maestro Miquel Peris.

--Sí, los dos inauguramos el Serrano Súñer. Mis alumnas venían uniformadas, con sus baberitos blancos, pero los muchachos de Miguel iban descalzos, mal vestidos, mal peinados, se trataba de un vecindario marginal. Después vino la riada, el desbordamiento del río Seco y una época de gran dolor...

Pero con el tiempo, aquel grupo llegó a convertirse en un centro agradable, foro de cultura y convivencia vecinal.

La vida

En Todolella, contrajeron matrimonio el guardia civil Emilio Ripollés Querol y Natividad Giner Monfort. Tuvieron cinco hijos, entre los traslados obligados del militar. La mayor fue Bibiana y "le tocó" nacer en Madrid. Después María Teresa, que con el tiempo contraería matrimonio con el industrial textil castellonense Vicente Saborit. María Antonia fue la tercera y también en Castellón se casó con Francisco Ferrer Fabra, primo hermano de la ilustre profesora doña Lola y del que fuera alcalde y presidente de la Diputación, Carlos Fabra Andrés. Los dos pequeños han sido religiosos, el sacerdote Emilio, que estuvo en las misiones, también profesor y autor de libros para la enseñanza del inglés y durante un tiempo, capellán en el Sanatorio La Magdalena. Montserrat, por su parte, es monja misionera y actualmente está en un lugar remoto y solitario de la selva de Perú.

Antes de asentarse en Castellón en la Navidad de 1938, la familia estuvo un tiempo entre nuestra provincia y la vecina de Tarragona, ciudad donde las mayores estudiaron bachillerato y en Tortosa, donde Bibiana Ripollés aprobó Magisterio en el colegio de las Teresianas, fíjate lo que son las cosas, con doña Lola Fabra de profesora, con la que emparentaría más tarde a través de la boda de su hermana María Antonia con Paquito Ferrer, padres por otra parte de Montse Ferrer, hoy concejal del Ayuntamiento de Castellón. Bueno, y hasta ahí, estancias en Ulldecona, Cambrils, Santa Bárbara, Reus... Y el golpe fatal de la muerte del cabeza de familia el 18 de abril de 1938, en plena guerra civil. Así que todos volvieron a Todolella, donde conservaban una casa y muchas relaciones familiares para cifrar su meta, finalmente, en Castellón.

Como una palmera

Con gran dominio del arte de "ser maestra", descollando en las técnicas de enseñanza globalizada en las aulas, aunque sin perder de vista la personalidad de cada alumno, Bibiana Ripollés fue también directora del colegio Herrero, en una etapa fecunda para los compañeros y los alumnos, hasta que un día le sobrecogió ese Salmo que dice el justo crecerá como una palmera; en la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso.

Y así vivió el resto de su vida.

Por su gran sentido religioso, fue elegida presidenta diocesana de la Juventud de Acción Católica por iniciativa del Cardenal don Vicente Enrique y Tarancón, uno de sus más fervientes admiradores. Después deslumbró con su gran labor desde Cáritas, San Vicente de Paul, desde la parroquia de San Vicente Ferrer, siempre dispuesta para trabajar y ayudar a quien fuere menester, con la gran luminaria de su labor al frente del movimiento llamado Vida Ascendente, organizando el viaje de gran número de castellonenses para el Jubileo a Roma, siguiendo el eco de los mensajes de Juan Pablo II. Y su permanente ayuda a todos los mayores de la diócesis con necesidades, que le valió la consolidación de Mujer del Año en 1998, nombramiento del Ayuntamiento de Castellón, derramando energía hasta la enfermedad final, que se la llevó cuando tenía 85 años de edad.

Lo cierto es que había encontrado su verdadero camino.