El instrumento que siempre empleó en su vida quien todas las personas mayores de edad conocíamos como artista locutor, como presentador y doblador mágico de películas, fue la voz, la suya. La voz melodiosa de a quien todos identificábamos como la de Pepe Catalá. La verdad es que cuando él dio el salto y desde EAJ-14 Radio Castellón marchó a Radio Barcelona, yo empezaba mis colaboraciones en la emisora. Y penetraba en el mundo del espectáculo y de la comunicación, que vaya tela si tienen vericuetos y luces y sombras. Pero después, la vida ha permitido que nos encontráramos en nuestros caminos. Lo que ocurre es que él se ha ido, inesperadamente, casi sin despedirse, y yo estoy aquí sintetizando en una página del periódico algunos rasgos de su vida y su profesión con todas sus facetas, como ser humano de Castellón.

Tres emisoras han sido pretexto, motor de inspiración en su vida, Radio Castellón, Radio Barcelona y Radio Madrid, cuyas vivencias y recuerdos se convirtieron en un libro en el que no poco participé y que le editó el Ayuntamiento de Castellón, a través de su Concejalía de Cultura, en su catálogo de publicaciones de la temporada del año 2006.

El especialista Luis del Val dejó escrito que en un spot de televisión, en una cinta de radio, en una película o en un documental, todos en algún momento habremos percibido su voz.

TODO EMPEZÓ ASÍ // Su primera experiencia de la mano de su madre, la exquisita locutora Carmen Alcón, tuvo lugar en el estudio de la emisora situado en el mismísimo Teatro Principal, con entrada por la calle Moyano, donde poco a poco aprendió no solamente el lenguaje de la radio, los secretos de los guiones, y sobre todo aprendió rápidamente lo que significa situarse ante un micrófono abierto.

--Cuando te encuentres hablando ante un micrófono, piensa que tu voz es la de la emisora --le decía una y otra vez el director, Emilio Pérez--. Tú eres la emisora para los oyentes, tanto si estás informando de algún hecho, como si anuncias un detergente o recitas los versos de un poeta…

El deslumbramiento vino cuando alguien descubrió todas las posibilidades de su voz, su eco melodioso, su firmeza, su sonoridad, la limpieza con la que cruzaba y se apoyaba en las ondas para llegar al oyente, que se sentía atraído desde el primer instante. Era su carta de presentación, el mejor aval para el brillante desarrollo de su carrera profesional, que era su lógica aspiración.

LA VIDA // Hijo de Rafael Catalá Lloret y Carmen Alcón Fandos, José nació en Castellón el 21 de enero de 1932, hermano menor de quien es un gran artista pintor, Rafael. Primer colegio, la guerra civil, unos cursos de bachillerato en el instituto Ribalta y en las Escuelas Pías, alguna academia y muchos sueños. No hay que olvidar que su padre, además de jefe de contabilidad de la Caja de Ahorros de Castellón, era un reconocido poeta, ganador de la Flor Natural en varios certámenes y autor de Inquietud, un delicioso poemario que le editó la Sociedad Castellonense de Cultura. Su madre era una muchacha con el Bachillerato y unos cursos de piano que criados los hijos ingresó por oposición en la Jefatura Provincial del Movimiento. Vivían en el número 12 de la calle Mayor que, según Pepe, “parecía muy larga, sin apenas gentes, ni coches, viendo bien su prolongado talle a través de las bandadas de golondrinas, que rompían el silencio de las tardes del verano, sobre un cielo limpio y claro, solo con algún rumor de gentes en bicicleta, de carros, que contrastaban con el pitido frenético, estridente, de La Panderola, el pequeño tren que anunciaba su entrada por la calle Escultor Viciano a la entonces moderna plaza de la Paz…”.

Y así hasta cruzar esa plaza con el encanto de su quiosco art decó, para situarse frente al Teatro Principal y, a continuación, la escalerilla que daba a la emisora. Cada cosa a su tiempo.

EL NOVIAZGO // Y, con el tiempo, el noviazgo con Pili. Pepe lo explicó de esta manera tan poética:

--Noté como algo distinto que estaba dentro de mí. Ni siquiera tuve su mirada, pero me bastó con verla, aún sin conocerla, para saber que ella sería mi aliento.

Cuando en junio de 1941 falleció su padre y Carmen Alcón tuvo que duplicar su trabajo convirtiéndose en locutora de radio por las tardes y las noches, tanto ella como su hermana Inés y los dos chicos hicieron una piña familiar y se ampararon unos en otros. Pepe era también el chico de los recados y la tía Inesita la especialista en la tortilla de patatas que a su vez se comían todos en la emisora mientras transcurrían los minutos de Radio Nacional, o en el propio piso, su casa, donde se incorporaba Rafael que en 1949 se había matriculado en la Escuela de Bellas Artes San Carlos de Valencia, para convertirse en el profesor de arte y dibujo y pintor cotizado que es hoy mismo.

Mientras Pepe se fue haciendo un hombrecito y, coincidiendo con sus primeros pasos como colaborador de la emisora, formalizó su noviazgo con Pili, la chica de la que se enamoró, ella le había correspondido y sonaba como música nupcial mientras ambos hacían ilusionantes planes de futuro. Pero antes había que cumplir con los tres años de ‘mili voluntaria’ en Castellón.

ES LA RADIO // Lo cierto es que a Pepe Catalá, en cumplimentar los encargos para la casa y sus primeros contactos con aquella emisora de Emilio Pérez, Loren, Chencho, Maruja Oliveras, Batiste y Soriano, Vicente Castelló, Arenillas y con todos su madre, se le hizo un lugar familiar y se convirtió en colaborador que se responsabilizaba de algunos programas (Pantalla fue el más popular) y hacía en ocasiones de locutor de clavija. Pero fue decisiva su voz ya que, con ella, realizó demostraciones a modo de examen en Radio Barcelona y allí comenzó su vida profesional de alto nivel. En la Ciudad Condal, vida de pensión, con viaje semanal a Castellón, en un ida y vuelta que le sirvió para contraer matrimonio el 15 de septiembre de 1959 con Pili, Pilar Alonso de Medina. Y, en unos años, la vorágine de ir a Madrid hasta por fin quedarse de plantilla en aquella emisora central de la SER, incorporándose al doblaje de películas y cuñas para la televisión mientras llegaban los hijos, Elisa, Josele, Javier y Mónica; que aportaron la alegría de seis nietos. A todos les enseñó la magia de Benicàssim en los últimos años de su vida. H