El Ayuntamiento de Castellón ha iniciado los trámites para que el nuevo cementerio pueda albergar una zona destinada a la comunidad musulmana y que en ella puedan realizar sus enterramientos. Con ello, el camposanto de la capital se convertiría en el primero de la provincia en dar entrada a otras confesiones religiosas diferentes a la católica.

La iniciativa «pretende dar respuesta a una vieja petición realizada por la comunidad musulmana residente en la ciudad y que nunca ha sido atendida, pese a que la ley reconoce el derecho a la concesión de parcelas reservadas para los enterramientos de otras confesiones religiosas», explica el edil de Bienestar Social y Dependencia, José Luis López.

En la actualidad, Alicante y València ya ofrecen este servicio y de seguir adelante todas las gestiones que se están llevando a cabo para tal fin, Castellón entraría a formar parte de las 29 ciudades españolas en las que hoy en día se permiten diferentes tipos de enterramientos atendiendo a la libertad de religión.

En esta línea, López destaca que «de alguna manera cumplimos algo que ya planteamos: que Castellón sea acogedora para todas las personas, con sus creencias y culturas, y que cualquier persona que viva en la ciudad pueda disfrutar de sus derechos».

«Los actos relacionados con la muerte de un familiar son muy importantes en todas las religiones y para cualquier confesión», recalca el concejal. Por ello, la atención de esta demanda «trata de que todas puedan desarrollarse con total libertad, independientemente de su religión y con los mismos derechos».

Hoy por hoy, los restos de fallecidos musulmanes en la provincia de Castellón deben viajar a València, Alicante, Griñón (Madrid) o Zaragoza, o bien se les repatria a sus países de origen, a su tierra, a la que por sus propios rituales, están intrínsecamente pegados, para que se les dé descanso eterno según sus creencias, con el alto coste que supone el entierro, entre los 3.000 y los 5.000 euros. Un dinero que suelen reunir entre amigos y familiares.

RITUAL

El rito del enterramiento de la comunidad islámica es muy diferente al católico. Después de lavar el cuerpo, siempre por personas del mismo sexo que el finado, lo entierran envuelto en un lienzo blanco purificado -aunque en España se usa, siguiendo la norma sanitaria, en lo que ellos llaman una caja fúnebre-, en una tierra sagrada y orientando la cabeza hacia La Meca.