El término de Castellón no puede utilizar agua depurada para el riego en sus campos ni en sus parques públicos. Lo explica el presidente de la Comunitat de Regants de Castelló, José Pascual, quien señala que esto se debe al alto índice de salinidad del líquido que resulta tras su paso por la depuradora castellonense. En concreto, el agua resultante tiene «seis gramos de sal por litro», lo que es seis veces más de lo que se considera apto para el riego (un gramo por litro).

El motivo de este alto índice de salinidad está en el alcantarillado del Grao, explica Pascual. Con tuberías «de hormigón», este material permite que se filtre a su interior «agua de mar», dado que las conducciones están en contacto con ella, debido a que el nivel freático del mar es muy elevado en la fachada litoral.

EMBALSE DE ARENÓS

Aunque este no es un aspecto que preocupe a los regantes de Castellón --«tenemos agua de sobra, ahora que Arenós ha aumentado capacidad», dice Pascual--, lo cierto es que pone en evidencia la escasa aplicación de esta medida ambiental. De hecho, en la provincia el grado de reutilización del agua depurada es muy bajo, el menor de toda la Comunitat, y con mucha diferencia.

Una solución para poder utilizar el agua sería cambiar el alcantarillado del Grao, pero esto es muy caro. Por eso Pascual apunta otra: «partir la depuradora, un sector para Castellón y otro para el Grao y el agua que llega de Benicàssim en verano», de forma que el agua salinizada no contaminase al resto.