Ciudadanos no endereza el rumbo en la provincia. Desde las elecciones de mayo, el partido de Albert Rivera ha sufrido una espantada por parte de personas que sustentaban las agrupaciones en algunos pueblos de Castellón.

La última baja en sus filas es la de José Alberto Aleixandre, un ya exafiliado que se presentó a las primarias para liderar la lista a Les Corts y, recientemente, para ser el candidato al Congreso (donde no ganó a su rival por un escaso margen de apoyos). Según él mismo ha declarado, se marcha “por el nepotismo, la falta de democracia y merna y el ninguneo a los afiliados de gran parte de los responsables orgánicos”.

A las personas que, como Aleixandre, voluntariamente se han apartado del proyecto tras el 24-M, se suman otras a las que los propios compañeros han arrinconado, algo que se viene sucediendo desde antes de la pasada campaña electoral. Pero este no es el único problema de una formación a la que se apuntaron en sus candidaturas y se afiliaron a capazos antes de los comicios autonómicos y municipales, al calor de los buenos augurios que pronosticaban las encuestas. Hay un tercer grupo de personas a las que directamente han expulsado de Ciudadanos tras obtener acta de concejal. Son los casos conocidos de l’Alcora y Torreblanca.

Esta situación complica, y de qué manera, la consolidación de la marca C’s en los pueblos. Prueba de ello es que, pese al respaldo en las urnas, las agrupaciones locales no se asientan. En lugar de expandirse y crecer, los colectivos menguan y apenas cuentan con infraestructura. En las próximas semanas, esta situación se hará evidente hasta en los municipios más importantes, ya que, como ellos mismos reconocen, no disponen de medios para llevar adelante una campaña electoral.

Uno de los motivos de esta situación que vive Ciudadanos es que en la provincia han obtenido representación municipal, pero no han entrado en los gobiernos locales. Desde ese momento, no ha habido un día bueno para los de Rivera en Castellón. A los casos ya citados anteriormente se suman otros como la destitución de Vicente Nácher, coordinador de Vila-real (la agrupación más grande de la provincia) o la agria disputa para la elección de diputados (tienen dos), donde se llegó incluso a impugnar la votación de los ediles electos. Todo ello sin olvidar la gravísima crisis todavía abierta en la capital, donde el número dos (Vicente Vidal) no se habla con la portavoz, Cristina Gabarda, y el resto del equipo; o el poco peso que el partido provincial tiene en la Comunitat y en la nueva ejecutiva nacional refrendada ayer por el propio Albert Rivera en Valencia (en la imagen, con Carolina Punset). H