Fiebre por hacerse con una pulsera para la fiesta de las paellas de la Universitat Jaume I del viernes. Ayer, día en el que comenzó el reparto, se registraron largas colas a primera hora. Debía desarrollarse de 9.00 a 17.30, pero, como viene siendo habitual, se adelantó y a las 8.45 comenzaron a ponerse los distintivos. Precisamente para evitar esas largas esperas se cita a los estudiantes en tres días. Y ayer les correspondía a los alumnos de Humanas y Salud, que acudían a recoger su primera pulsera. «Estamos muy contentos porque es el año en el que la gente más ha colaborado con diferencia, con 15 voluntarios de forma altruista», señala Jorge Ribes, presidente del Consell de l’Estudiantat, quien explica que la distribución fue muy fluida. De hecho, a las 12.40 ya se habían puesto más de 1.700 de las alrededor de 2.500 pulseras que estaba previsto entregar.

Por razones de seguridad, el aforo al evento está limitado y los 8.700 pases para acceder ya tienen dueño. En la medida de lo posible, el Consell de l’Estudiantat intenta evitar que se produzca picaresca, tanto con medidas de control en el reparto de los pases como en los accesos.

«La gente viene con DNI o identificación y el recibo de la compra que genera el programa instalado en la aplicación web. El recibo se pasa con una pistola o se apunta el DNI en el ordenador, para verificar que no se coge más de una pulsera. Además, se devuelve el recibo sellado y se pone la pulsera», indica Ribes.

«Intentamos poner la primera pulsera como si fuera una discoteca, para que en ningún caso pueda salir o entrar de la muñeca». Si no se hace así se facilita la reventa, que, según explica, está en 15 ó 20 euros, lo que es un «despropósito». Y es que hay que tener en cuenta que el Consell de l’Estudiantat pide dos euros por la primera pulsera y tres por la segunda para financiar la fiesta más esperada. La segunda sí que se entrega en mano para que pueda ser dada a un amigo o conocido. De las 8.700 que se han vendido, alrededor de 1.600 corresponden a segundas pulseras.

Ribes señala que intentan «en la medida lo posible controlar la reventa», aunque el presupuesto «no da para que las pulseras sean de tela». Además, «la seguridad en la entrada vigila que solo pueda acceder alguien con recibo, con carnet de la UJI y con la pulsera puesta», puntualiza.

Aunque el Consell de l’Estudiantat y la propia UJI toman medidas para evitar el descontrol, en las redes sociales pueden leerse mensajes como ¿Alguno vende su entrada para paellas UJI o conoce a alguien que la venda? o Compro dos entradas para paellas UJI. No en vano, se trata del evento más esperado del año.