Roberto Julián Duranona es la nueva cara del Balonmano Castellón. Aterrizó en La Plana el pasado martes por la tarde y a las 20.00 horas, con rigurosa puntualidad, estaba en el pabellón Grapa, con el mono de trabajo, y dispuesto a ejercitarse cuanto antes con los de Luis Molina.

Y es que este cubano, aunque nacionalizado islandés, llega a Castellón después de casi tres meses de inactividad en su antiguo club, Los Volcanes de Alemania, causada por una crisis económica en su seno que le ha impedido cobrar las últimas nóminas y que ha propiciado su salida. "Llevaba tres meses sin cobrar en Alemania y casi no entrenaba, por lo que busqué una salida, aunque aún me quedaba media temporada de contrato", explica, con la ilusión de quien emprende un nuevo proyecto reflejada en su rostro. "Aunque tenía otras ofertas de la Liga española, como la del Melilla, me decidí por el Castellón porque conocía la zona por un amigo y preferí este clima", reconoce.

El contraste

A simple vista, Julián, como prefiere apodarse, no responde al perfil con el que se ha confeccionado el conjunto castellonense --tiene 40 años, una experiencia en la disciplina de 22, mide 2,02 metros y pesa 110 kilos--, pero con su llegada --ha firmado contrato hasta el 8 de abril, cuando finalice la presente campaña--, el club espera cambiar el rumbo de un equipo que ocupa los puestos de descenso del grupo D de la Primera Estatal. Supliendo además las recientes bajas de jugadores importantes, como el extremo Héctor Collazos (ahora en el Vinar²s) y el primera línea Conrado Monterde (que ya milita en las filas del Peñíscola).

Una complicada situación de la que consciente y a la que está dispuesto a hacer frente. "Mi objetivo es que el equipo obtenga la permanencia con mi ayuda", pronosticaba. Potencial y calidad no le faltan. "Es buen defensor y mejor artillero, del que esperamos enseñe sus conocimientos a los más jóvenes", explicó el presidente del club, Rafael Martí. Y es que sabe explotar al máximo sus condiciones físicas para tener el gol como aliado principal.

Un ´desertor´ de Cuba

Así empezó su carrera deportiva. "De pequeño no me gustaba el deporte, pero cuando cumplí los 18 años me dí cuenta que tenía que aprovechar mis condiciones físicas y empecé a practicar baloncesto y voleibol", recuerda Julián. "Finalmente me decidí por el balonmano y a los seis meses de entrenar formaba parte de la selección cubana", puntualiza con nostalgia.

Una generación que encumbró el balonmano cubano a nivel internacional y con la que Duranona fue el segundo máximo goleador en el Mundial de Suiza (1986) y el pichichi del Mundial de Checoslovaquia (1990). Pero el paso al profesionalismo de algunos de sus jugadores disgregó el potente equipo isleño. Era 1994 y Julián se marchó a Argentina, donde aprovechó su licenciatura en Educación Física para entrenar a un equipo de base. Un año después, Islandia llamó a su puerta y en la primera temporada en su Liga consiguió la nacionalización para jugar con la selección. La aclimatación de un cubano en el gélido frío islandés no fue fácil y a los dos años propició su salida a la Liga alemana, de la que, tras ocho temporadas, ha dado el salto a La Plana. Una larga carrera que le ha llevado de país en país y a la que, por el momento, no piensa poner fin. "Tengo 40 años, pero me siento en forma y no pienso en la retirada, ni me lo planteo", matiza Julián.