La plataforma en defensa de la cruz del Ribalta suaviza ahora su tono y dice que, aunque su prioridad es que el monumento se mantenga como está, no verían del todo mal que se reubicara, como última opción, antes de un posible derribo o destrucción.

Dicen estar abiertos al diálogo, sobre todo con la alcaldesa de Castellón, Amparo Marco, que, aseguran «no está en la línea de destruir la cruz, y está más presionada en este tema desde Compromís y Castelló en Moviment». Son palabras de su portavoz, Javier Torres, para el que acudir a los tribunales, como ha ocurrido en la localidad alicantina de Callosa de Segura, «sería el último recurso», que por ahora no se plantean. La reubicación podría ser una vía de solución que contentara a defensores y detractores del monumento, aunque Torres alerta que «sería también un gasto que es innecesario».

Con todo, hay que recalcar que la intención del equipo de gobierno es reubicar la cruz a un lugar que está por definir todavía y su destrucción no se ha planteado, aunque sí se habló de que es monumento de hormigón que, durante los trabajos propios de retirada, puede acabar rompiéndose.

Como ya recogió este periódico, la falta de aprobación del presupuesto municipal frena la retirada de la cruz anunciada para este año, ya que depende de la elaboración y aprobación --por parte de la Conselleria de Cultura-- de un plan ambiental acorde al parque Ribalta y a su protección como bien de interés cultural (BIC) que se ejecutaría en el lugar que desde 1944 ocupa la cruz.

Fuentes municipales explicaron que los técnicos del consistorio están redactando este proyecto arbóreo y que su inversión todavía no está concretada, a falta de finaliza el informe.

Por otra parte, la portavoz de EU en el Parlamento Europeo, Marina Albiol, reiteró ayer que «la cruz del Ribalta se tiene que retirar para cumplir la ley».