Limpio, ecológico, sostenible, innovador y competitivo pueden ser algunos de los valores que acompaña a un proyecto europeo que, liderado por la empresa castellonense Facsa y con la activa participación del ITC de la UJI, la empresa Iproma y el Consejo de Cámaras de Comercio de la Comunitat Valenciana, entre otros, pretende fabricar membranas de bajo coste para las plantas de depuración de aguas. Y lo quieren hacer con residuos agroindustriales como el alperujo procedente de los procesos en la extracción de aceite de oliva, la chamota sobrante de las piezas cocidas en las azulejeras o los residuos del mármol.

El proyecto Remeb implica a una decena de socios internacionales y cuenta con cofinanciación de la Unión Europea, a través del programa Horizonte 2020. El propósito es dar valor a los subproductos (desechos) agroindustriales y fabricar con ellos un producto innovador con material totalmente reciclado. El resultado será la fabricación de un biorreactor de membranas cerámicas de bajo coste, que resulte de utilidad para la depuración del agua tanto urbana como industrial, de ahí su importancia en los entornos donde se da escasez de agua.

El papel de los técnicos castellonenses es fundamental a lo largo de todo el proceso. Además de ser los impulsores de la iniciativa a través de Facsa y la UJI, promueven los contactos y marcan el ritmo de los avances en un proyecto avalado por la Comisión Europea y cuyo plazo se prolongará hasta 2018. Después de seis meses de desarrollo, los socios han venido participando a lo largo de esta semana en una serie de encuentros con el fin de intercambiar conocimientos y experiencias.

Además de los componentes científicos, el innovador proyecto contempla también un plan de negocio que tendrá muy en cuenta sus valores medioambientales y adecuados que permitan iniciar la comercialización de esta tecnología de membranas cerámicas, una vez finalicen los plazos. H