La planta de biodiésel nace al calor del nuevo escenario energético de la Unión Europea, que promueve el uso de los biocarburantes combinados con los carburantes fósiles: desde el 1 de enero del 2009, la composición de las gasolinas y diéseles que se venden en las gasolineras deben incluir el 4% de composición biodegradable, proporción que se elevará progresivamente al 5,8% en el 2010 y al 10% en el horizonte del año 2020.

Las materias primas son completamente biodegradables --la instalación podría incluso producir aceites de tipo alimentario--. El proceso es completamente cerrado, por lo que no desprende ni gases ni olores. La producción se almacena en 4 grandes tanques.