Se llama Hiram, tiene 10 años y hace siete que le diagnosticaron Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDA-H). Sigue sus estudios de Primaria en el colegio Virgen del Carmen de Vila-real. Estudia las demás asignaturas que el resto de sus compañeros de su clase y, además, sigue un programa de apoyo que incluye terapia asistida con un caballo, que actúa como elemento reforzador. Su caso se expuso ayer en el II Congreso Internacional de Terapia Asistida con Animales y Naturaleza que se desarrolla este fin de semana en la Universitat Jaume I. Dicho en palabras llanas, si Hiram se porta bien en la escuela durante la semana, como premio acude a domar a Legolas, un alazán, al que puede dar paja, carlotas e incluso montar. No obstante, Juan Vives, que es profesor de Pedagogía Terapéutica, destaca que “el caballo es un elemento más de la intervención, en este caso actúa como reforzador de conducta; muchos padres piensan que basta con subir al caballo y no es así”.

Vives explicó el trabajo con este chaval para conseguir su plena integración escolar. Los niños que padecen este trastorno tienen dificultades para integrarse en el aula ordinaria, pues presentan serias dificultades para prestar atención y estarse quietos mientras dura la clase. Suelen ser movidos, impulsivos y, como consecuencia, presentan bajo rendimiento académico.

En el caso de Hiram, sin embargo, ha conseguido seguir el mismo currículo que sus compañeros a través de un abordaje terapéutico que se realiza desde tres ámbitos --médico, psicopedagógico y familiar--, que se complementan con un cuarto, el aspecto social. En el colegio Virgen del Carmen se apostó por su integración escolar, con medidas como sentarlo en las primeras filas cerca del profesor, asignarle un compañero tutor, pactar con él normas básicas de comportamiento, entrenarle en el control de sus impulsos y la autoevaluación de sus actos y trabajar técnicas de modificación de conducta y relajación, entre otros.

PUNTOS// El alumno lleva una agenda de control de su propia conducta, donde registra su comportamiento hora a hora, asignatura por asignatura, los cinco días a la semana sobre las normas que tiene que cumplir. Hora a hora, sale para evaluarse con su profesor en el aula de Pedagogía Terapéutica, plasmándose visualmente su comportamiento.

Además, se sigue un sistema de economía de fichas por puntos que le sirven para ayudarle a comportarse de forma adecuada. Si lo hace correctamente, recibe, como refuerzo positivo, un premio muy especial, nada menos que canjear los puntos conseguidos durante la semana por el carnet de domador.

Una vez en las cuadras, el pequeño domador trabaja en la autorregulación de su conducta a través de la acción verbal dirigida al caballo, debe controlar sus impulsos para poder interactuar con el ejemplar y realiza ejercicios de relajación encima de este.

El equino, Legolas, tiene 14 años y ha sido sometido a una doma natural, por lo que no teme al ser humano, siempre está tranquilo. H