Empecemos con una obviedad. La palabra calle es femenina. También lo es plaza. Y avenida. Calles las hay en todos los municipios de Castellón y todas son diferentes: unas son anchas, largas y engalanadas; otras breves, sencillas y angostas. Pero lo curisoso, y demostrable, es que en Castellón la palabra calle no suele ir de la mano del nombre de una mujer. Todo lo contrario.

Haga una prueba. Salga hoy a la calle y analice los rótulos de las plazas y viales con los que se encuentre en el camino. Pese a que la mujer representa la mitad de la población (de los 579.245 habitantes de la provincia, 2991.443 son féminas) y el 57% de los licenciados universitarios, en la capital la nomenclatura refleja una sociedad eminentemente desigual. De las calles de la ciudad solo el 9% de las dedicadas a personas tienen nombre de mujer. Las dedicadas a hombres son muchísimas más, unas 360. Esa diferencia no es exclusiva de Castellón. Ocurre algo muy similar en Vila-real, Burriana, Almassora, Vinaròs o la Vall d’Uixó. También en todas las ciudades y capitales de provincia del país. La desigualdad, además, no es solo de número. Más del 80% de las mujeres que aparecen en el callejero son santas o vírgenes. También hay hombres santos, pero la mayoría son alcaldes, médicos, arquitectos, músicos o cronistas.

El callejero de la ciudad de Castellón está formado por algo más de 1.200 viales. La mayoría de las clases y plazas, según el último listado del Ayuntamiento, no están dedicadas a personas. Mayor, Enmedio, Barcelona, Valencia, Almassora, La Paz... son un ejemplo. Las que sí lo están, unas 400, tienen nombre mayoritariamente masculino. Ellos encabezan nada menos de 360 viales de la ciudad, el 91% del total de los dedicados a personas. Alcaldes como Amadeo Ribó, Francisco Juan Ribas, Tárrega; arquitectos como Gaudí, Traver, Ros; ceramistas como Godofredo Buenos Aires o Manolo Safont, doctores como Clará o Juan Bautista Palomo Martí, maestros como Ripollés, Serrano, Felip o Falla forman parte de la larga lista de nombres propios masculinos que en Castellón dan nombre a una calle.

La lista de mujeres es mucho más corta. Solo la forman 47 féminas, de las que al menos diez son santas. También hay vírgenes y monjas. Si nos limitamos a los nombres precedidos por el oficio de la persona, el motivo que ha llevado a la mayoría de mujeres a tener una calle en Castellón es su santidad o un vínculo religioso. Hay alguna excepción: Matilde Salvador, Mariana Pineda o Rosalía de Castro. Poco más.

Ali Brancal, teniente alcalde de Castellón y concejala de Igualdad asegura que el nombre de las calles es un reflejo de la «poca importancia que se da, en general, al trabajo de las mujeres. El trabajo de las mujeres no se destaca, Ocurre en el deporte, en la política, en la investigación, en la ciencia...», argumenta. «Pese a que la contribución de la mujer ha sido muy grande, quienes acaban dirigiendo, mandando y llevándose los premios son los hombres».

MISMA SITUACIÓN EN VILA-REAL

Esa distancia kilométrica que todavía separa a hombres y mujeres no es exclusiva de Castellón. En Vila-real ocurre algo muy similar, aunque la diferencia no es tan abismal: hay 120 calles con nombres masculinos y 34 con femenino, de las que 10 son santas y 9 son vírgenes «La desigualdad viene de lejos, ya que quienes en su día diseñaron la ciudad y pusieron nombre a sus calles fueron hombres», apunta Rosario Royo, concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Vila-real, que reconoce que, aunque se ha avanzado mucho y hay sensibilidad para cambiar las cosas, todavía cuesta reconocer la labor de la mujer.

La velocidad con la que las mujeres podrían recuperar terreno en plazas y avenidas es muy baja: rebautizar un vial es un proceso complejo y, además, cuesta dinero. Las ciudades crecen poco y la única opción es quitar un nombre (solo se hace en casos de memoria histórica) y sustituirlo por otro. No existen otras opciones.

Lo que nadie pone en duda es que ha habido avances. «Se ha avanzado en la visualización del papel de las mujeres en todos los ámbitos del conocimiento. Y eso hará que cada vez se reduzcan más los obstáculos que dificultad que haya calles con nombres de mujeres», sentencia Brancal.

La distancia entre hombres y mujeres ya no es la que era, pero queda camino por recorrer. Es lo que piensa la Fundación Isonomía de Castellón. «El seguimiento de los datos siempre es una herramienta que permite la visibilización de una problemática tan grave en la sociedad española actual, pero hay que tener en cuenta que los casos oficializados son la pequeña punta del iceberg de la violencia de género que emerge visible en la sociedad», argumentan en la Fundación. ¿Y qué implica eso? «Que la situación real que subyace a estos datos es inmensamente superior a lo que se ve: los micromachismos diarios, las violencias físicas y psíquicas que sufren muchas mujeres día a día en la invisibilidad debido, entre otras cosas, a la aún cerrada cultura social que perdura que no hace fácil a las mujeres traspasar las barreras sin estigmas, cuestionamientos, vergüenzas o miedos», dicen.