El ladrón de bancos de ahora poco tiene que ver con el de antaño. Si en la década de los ochenta quienes robaban en una entidad bancaria iban armados y tapaban su rostro con un pasamontañas, los ladrones de ahora no suelen llevar pistola, actúan a distancia y, por lo general, lo hacen a través de un ordenador conectado a internet. Y las víctimas son cada vez más numerosas. Solo durante el año pasado, la Policía y la Guardia Civil tuvieron constancia de 257 estafas bancarias en Castellón, según datos del Ministerio del Interior. La cifra supone una media de 21 fraudes al mes y, además, es un 12,5% más alta que la del 2014, cuando se registraron en la provincia 227 engaños.

El pasado mes de agosto, la Guardia civil detenía en Burriana a dos individuos acusados de suplantar la identidad de una mujer y usar su tarjeta de crédito para realizar compras on line. Un mes más tarde, un empresario de Vilafranca denunciaba transferencias bancarias por e-mail de su compañía sin haberlas autorizado. Son solamente dos ejemplos recientes, aunque hay más.

Pese a que cada vez se producen más estafas bancarias (en la Comunitat Valenciana se registraron 2.054 infracciones) la eficacia policial también va en aumento y en el 2015 las fuerzas de seguridad lograron esclarecer en Castellón 73 casos (siete más que un año antes) y se detuvieron e imputaron a 11 personas.

El incremento de este tipo de estafas va en paralelo al descenso generalizado de la criminalidad en Castellón. Si el año pasado las infracciones penales descendieron un 6,5% en la provincia (hasta 25.018), las estafas bancarias fueron junto a la pornografía infantil y los malos tratos en el ámbito familiar las que registraron un mayor incremento.

Pero, ¿qué tipo de estafas bancarias son las más comunes? Las fuerzas de seguridad insisten en que un de las más populares es el phising. Los delincuentes se hacen pasan por una entidad financiera o por la Agencia Tributaria y, generalmente a través de un correo electrónico, piden a la víctima que confirme sus datos. Con ello persiguen robar una identidad, datos como claves, números de tarjetas de crédito... Después vacían la cuenta corriente o realizan compras a cargo de la víctima. La clonación de tarjetas o carding es otra de las más comunes. H