Propuestas como la lanzada por el colectivo de padres y madres de Castellón suponen una bocanada de sentido común, sobre todo en un momento en el que el sector educativo vive inmerso en la crispación y la radicalidad. He aquí una forma de ajustar que no perjudica a nadie y cuya materialización permitiría un ahorro para los maltrechos bolsillos de las familias.

El ejemplo del banco de libros, del que espero tome buena nota la Conselleria, debe ser el camino por el que prosperen futuras medidas -que seguro vendrán- para cuadrar las cuentas del Consell tras años de despilfarro.

Para ello será necesario que las partes -profesores incluidos- trabajen unidos con el único objetivo de proporcionar la mejor educación a nuestros hijos. Sobre todo.