El erudito grauero Joaquín Campos Herrero, escribió prólogos y presentaciones de alguno de los libros del que yo me atrevería a denominar como el “apóstol del Grau”, Sergio Ferrer de Almenara. Y es notorio que Campos estimuló a Sergio nada menos que con la cita de una máxima del clásico Goethe con aquello de “Si te parece que puedes o sueñas poder, comienza ya, porque la audacia te conferirá genialidad, poder y magia. Lánzate a la acción y el poder vendrá a ti”. Y todo lo que había que saber sobre el Grau y sus gentes, Sergio lo fue encontrando en los viejos libros y lo iba convirtiendo en nuevas publicaciones del Ayuntamiento de Castellón, en una época en la que Miguel Ángel Mulet fue mi concejal de Cultura. Lo cierto es que Sergio iba preguntando a unos y otros, pero en el archivo municipal encontró también los tesoros que le ayudaron. Me refiero al Llibre de valúes de la Peyta, a las Observaciones, de Cavanilles, a las Antigüedades de Castellón de Vicente Traver Tomás, incluso a las Crónicas Mínimas del profesor Sánchez Adell. Y así, cuando alguien le preguntaba o se lo preguntaba a sí mismo, “Tu eres del Grau?”, Sergio ocupaba aunque fuera simbólicamente el púlpito de la sabiduría y podía contestar.

LOS NICOLAU-BASTÁN // Todos estos libros que cito, incluidos los de Sergio Ferrer, aunque el Llibre de Valúes fundamentalmente, me dicen que el censo que se conserva del Grau, en 1865 refleja 428 habitantes y ahora hay censados cerca de 20.000 almas. Y en el censo de pescadores y el de cabezas de familia, ya nos sitúan a una Josefa Nicolau Royo, vecina de hecho y de derecho. Y en 1895 hay en la calle Conejito un Vicente y una Isabel Nicolau y varios Bastán Mallach y Bastán March. Pero quiero situar al lector de esta página cuando entre unos y otros de los estudiosos que cito, me informan que en los siglos XIV y XV se registraba un intenso y espectacular, muy completo, movimiento en el carregador de la mar del Grau de Castelló, con salidas de embarcaciones hacia distintos puertos mediterráneos, incluidos franceses e italianos. Tablones de madera era el género que mayormente se distribuía desde nuestro puerto. Hay que tener en cuenta que las maderas llegaban desde una gran industria provincial.

Lo cierto es que, nacido en 1900, aparece Vicente Bastán Ferrer al adquirir en 1927 una humilde taberna de pescadores en el actual Paseo de Buenavista y en realidad es ahí donde empieza la historia de hoy. La de los hosteleros Nicolau y los Bastán.

LA VIDA // La de Ramón Nicolau Beltrán y Manuela Bastán Solsona, el 18 de enero de 1940 formalizaran en el Grao su matrimonio. Ramonet, nacido el 3 de marzo de 1909 en el Grao de Burriana, era hijo de Ramón Nicolau Fraga y Josefa Beltrán Boix, burrianeros del Puerto. Neleta, que había nacido en el Grau de Castelló el 5 de abril de 1917, fue la hija de Vicente Bastán Ferrer y Manuela Solsona Campos, graueros de pro. Tuvieron dos hijos, Manoli y Ángel Ramón. Y cinco nietos, tres de la chica, que son Vicente, Elvira y Nely, y dos del chico, llamados Gustavo y Ángel. Ahora son popularmente conocidos todos como ‘la familia del Brisamar’.

En realidad, muy poco a poco, pero con tesón y trabajo, además de su amor por el Grau, la taberna de pescadores se fue convirtiendo en un bar donde se servían comidas y, más tarde, en un prestigioso restaurante, el Brisamar.

Antes de contraer matrimonio Ramón y Neleta, es decir, en el año 1934, siendo novios, se convirtieron en abastecedores del Club Náutico, que se había inaugurado por aquellas fechas. En verdad fue en las tertulias habituales del periódico El Heraldo de Castellón donde nació la idea entre los contertulios de crear el Club Náutico. El 17 de octubre de 1933 se presentaron en el Gobierno Civil los primeros estatutos de la sociedad y fue un tiempo después cuando el bar restaurante comenzó a funcionar, con los jóvenes Ramonet y Neleta como abastecedores.

COMPLEMENTARIOS // Abastecedores del Náutico pero sin dejar a la que había sido vieja taberna, donde le dieron una dimensión especial en un tiempo al añadir una serie de espectáculos los fines de semana con un flamenco de alto nivel, que tanto gustaba entonces. Por allí desfilaron y mostraron su arte, gente como Pepe Marchena, Juan Varea, el ‘Ciego de Linares’ o ‘El xiquet de Paterna’. Claro que todo ello tuvo que suspenderse al ser requisado el local durante la contienda bélica, desde agosto de 1936. Y que se empalmó con otra ocupación. El cura párroco del Grao, mossén Llorens, aprovechó el local desde el 39 para habilitarlo como templo religioso albergando la celebración de bodas, bautizos y otros servicios religiosos mientras la situación social estaba volviendo a la normalidad. Renació entonces el bar restaurante Brisamar y allí tomaron asiento clubs y asociaciones deportivas, entre la que hay que recordar a la futbolística Peña Basilio, gran delantero.

Al tiempo que los propietarios iban creciendo en edad, se vieron capaces de aceptar lo que el director del Puerto, don Carlos G. Espresati, les ofreció. Era la pequeña cantina sita en la lonja pesquera y, consecuentemente, el que fuera muy popular comedor del puerto. Todo fue atendiéndose con gran presteza y dignidad.

ILUSTRES // Y mientras todo iba funcionando, emergieron las famosas verbenas de la terraza del cada vez más remozado Club Náutico. El ‘todo Castellón’ intervino habitualmente como familias clientes de excepción. Los actuales Nicolau-Bastán-Cano, recuerdan algunos nombres, que me encanta citar por boca de ellos: Rafael Ribés y Vicente Plá, Alvaro Marco, los hermanos Balaguer, Joaquín y José Dols, los Rodríguez Bajuelo, Paco Martínez, Pepito Vidó, los doctores Menezo, los Armengot y los Calduch, Ricardo Caro, Ángel Bellés y Blanca Rodríguez con Leopoldo Agustí; estos dos tuvieron la gentileza de intervenir como padrinos de uno de los chicos de Ángel Ramón y su esposa Erundina Cano, la nueva generación. Mientras, en 1954, los Nicolau ya se vieron obligados a abandonar el Club Náutico y pasaron a volcarse por entero en lo que se convirtió en prestigioso restaurante Brisamar, que en 1957, transformaron también en hotel-restaurante, cuya popularidad se incrementa con la organización de espectáculos musicales y la atención especial que requerían los nuevos grupos de tertulias, las que mantuvieron el éxito. H