El FIB afronta su 24ª edición, que se celebra desde hoy hasta el domingo en el recinto de festivales de Benicàssim, con el reto de superar los 30 millones de impacto económico en consumo valorados tras la cita del año anterior.

Y las expectativas no son nada malas. El director de Maraworld, Melvin Benn, afirma que su objetivo es volver a colgar el cartel de sold out (entradas agotadas) durante alguna de las cuatro jornadas de conciertos, como ocurrió el año pasado con la actuación de los Red Hot Chili Peppers, para la que se vendieron más de 50.000 tíquets. Su previsión es la de alcanzar cerca de 40.000 asistentes por día de media. Una cifra de público que mantendría los buenos datos conseguidos en el 2017 y que seguiría demostrando el buen estado de salud en el que se encuentra el certamen.

La del año pasado ya fue una edición histórica y muy positiva, que constató su recuperación y regreso como uno de los mejores festivales españoles y europeos. El macroevento indie registró un total de 177.000 asistentes durante los cuatro días de conciertos. Una cifra récord que permitió consolidar un crecimiento que ya fue notable en el 2016 y acabar de forma definitiva con los malos datos de los duros años de crisis. Lejos quedan los 120.000 espectadores del 20º aniversario (2014) o los 115.000 del ejercicio siguiente, cuando la cita tocó fondo.

Y si hay gente, hay negocio. El objetivo en este sentido es llegar a un impacto de 30 millones de euros de la última edición. A favor juega la recuperación económica y un cartel que, aún sin una figura mediática del nivel de los Red Hot Chili Peppers, asegura conciertos de primer nivel a diario. En contra, el hecho de que en los primeros días se detecta, especialmente entre los extranjeros, un perfil más joven, casi adolescente, un tipo de público que suele gastar menos dinero.

CUENTAS SANEADAS

Además, el evento ha saneado sus cuentas. El pasado diciembre se cumplió la última anualidad del plan de pagos acordado de la deuda que dejó a los proveedores el anterior director del FIB, Vince Power, y a la que han hecho frente los nuevos accionistas. El programa admitido por el juez establecía el pago del 50% de la deuda en cinco años. En 2013, el anterior director y propietario del FIB vendió el 65% de las acciones por la delicada situación económica.