En Vistabella faltan casi la mitad de los niños que había hace tan solo cinco años. En el 2012 por sus calles y plazas jugaban 34 menores de 16 años. Hoy solo juegan 18. Se dice pronto, pero eso en un pueblo de tan solo 352 habitantes se nota, y mucho. El último bebé nació el año pasado y, con los datos del padrón en la mano, solo hay un menor de tres años que el próximo mes de septiembre entrará en el colegio. Por eso busca familias con niños. En Portell ocurre algo muy similar. Tiene 15 habitantes de entre 0 y 15 años, un 20% menos que en el 2012. Su escuela también peligraba, pero el llamamiento que este invierno hizo el ayuntamiento ha dado sus frutos: dos familias con niños en edad escolar se instarán en este pueblo de Els Ports de apenas 200 habitantes (una ya lo ha hecho y la otra empezará a vivir en septiembre) con lo que la escuela, al menos de momento, ya no corre ningún peligro.

La inmensa mayoría de los pueblos el interior de Castellón ha perdido al menos el 20% de sus habitantes menores de 16 años en solo una década. Son datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que revelan que el problema de la despoblación, pese a que ahora sí está en el centro de la agenda política, sigue sin estar resuelto. Y no lo está porque cada vez son más los alcaldes que tiran de imaginación para engrosar un padrón que les permita mantener la escuela, la farmacia, la tienda de ultramarinos o evitar el cierre definitivo de la sucursal bancaria que ahora ya solo abre un par de días a la semana.

Pese a que la sangría es prácticamente generalizada, hay municipios de la provincia donde los números evidencian la gravedad del problema. Un par de ejemplos: en una década Ayódar ha pasado de tener 19 menores de 16 años a tan solo 7. En Chóvar la tendencia es la misma y ahora cuenta con 22 menores frente a los 47 de hace una década.

La caída de población joven es, en realidad, una tendencia general en España, relacionada con el descenso de la natalidad. Durante el último año en la provincia nacieron 5.13 bebés, casi 1.600 menos que en el 2007. Pero lo que Pero lo que ocurre en las zonas rurales es diferente y trasciende de esta tendencia generalizada de envejecimiento. Entra de lleno en la categoría de éxodo.

La falta de relevo está directamente relacionada con otros dos grandes problemas de las zonas rurales de Castellón: la despoblación y el envejecimiento. Los mayores se quedan; las nuevas generaciones se marchan a la ciudad y, si no hay jóvenes, tampoco hay bodas y nacimientos.

LUCHA POR MANTENER LA ESCUELA

Los municipios del interior de Castellón tienen cada vez menos niños y eso se nota en la escuela. Ese curso un total de 1.514 alumnos estudian en uno de los 14 Colegios Rurales Agrupados (CRA) con lo que cuenta la provincia, según datos de la Conselleria de Educación. Hace seis años eran 1.544, aunque entonces solo había 13 centros agrupados.

Municipios como Rossell, Cortes de Arenoso y Villahermosa del Río han perdido aulas de infantil en los últimos años, aunque la peor parte se la llevó Sorita, que en el 2017 cerró su colegio por parte de niños. Más suerte tuvo la Pobla de Benifassà, que hace un par de años pudo salvar su escuela gracias a una familia con ocho hijos de Ciudad Real.

Hay aulas que peligran por la falta de niños y la Conselleria de Educación insiste en que hará todo lo posible por garantizar su continuidad. «La sensibilización es máxima y ese curso ya se han adoptado medidas como la apertura de aulas experimentales de dos años en Benassal, Llucena y Albocàsser», explican desde el departamento que dirige Vicent Marzà. De cara al próximo curso, la Conselleria garantiza que no se cerrará ningún aula mientras haya un niño matriculado. «Vamos a mantener abiertas las aulas de las escuelas rurales para el próximo curso sujetas a que durante el periodo de matriculación haya nuevas solicitudes.