Cuando José Luis García y su pareja Natalia se quedaron sin trabajo decidieron dejar de ver las noticias. Todas eran malas. Fue en el año 2011, uno de los peores de la crisis. Castellón superaba los 76.000 parados, decenas de pequeñas empresas desaparecieron casi por arte de magia y, tras llamar a multitud de puertas, pronto se dieron cuenta de que encontrar un nuevo empleo era una quimera. «Soy arquitecto y en aquellos años no había trabajo para nadie», cuenta este joven de Castellón de 34 años. Con cero posibilidades de trabajar en su ciudad, José Luis y Natalia hicieron las maletas y se fueron a Londres. «¿Miedo? Ninguno. No teníamos nada que perder y, además, encontramos trabajo enseguida. Yo en un despacho de arquitectos y mi pareja como guía turística en una empresa española con sede en la capital británica», recuerda.

Como hicieron hace siete años Natalia y José Luis, unos 5.000 jóvenes de la provincia dejaron Castellón entre el 2010 y el 2015 y se marcharon al extranjero para buscar una oportunidad. Ingenieros, profesores, arquitectos, enfermeros o maestros se fueron a Londres, Berlín, París o Bruselas. La mayoría lo hicieron para escapar del paro; algunos para escalar en una carrera profesional que veían estancada y otros, para cumplir una aspiración vital. Todos formaron parte de una nueva generación de emigrantes cualificados, que se defendían bien en inglés y que, en la mayoría de los casos, no vivieron la emigración como un drama, sino como una experiencia enriquecedora. Hoy, ocho años después del inicio del éxodo, muchos de ellos han decidido regresar a casa. Y vuelven cargados de conocimientos, dado que han aprendido nuevas formas de hacer las cosas. Las empresas de Castellón lo saben y empiezan a rifarse a quienes un día se abrieron camino fuera.

Pese a que el flujo de salida no se ha interrumpido, la corriente de retorno se ha intensificado. Y en Castellón crece año tras año. En 2017, y según los últimos datos que maneja el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 398 españoles residentes en el extranjero hicieron las maletas y volvieron a Castellón, casi un 7% más que un año antes (fueron 372) y un 36% más que en el 2015, cuando los que regresaron ascendieron a 293. En el conjunto de la Comunitat Valenciana la tendencia es la misma y los retornados rozaron el año pasado los 6.000.

LA CULPA, DE LA RECUPERACIÓN

Pero, ¿por qué empiezan a regresar los que hace unos años se fueron a trabajar a miles de kilómetros de Castellón? Para los expertos detrás del inicio del camino de vuelta a casa está la recuperación económica. Pura lógica. «La situación ha cambiado muchísimo. Hace unos años en Castellón no había trabajo y muchos titulados en Enfermería se marcharon al extranjero. Ahora ese fenómeno se ha frenado en seco y aquí ya han mucha posibilidades de trabajar», apuntan desde el Colegio Oficial de Enfermeros de Castellón, que conocen varios casos de titulados que, tras un tiempo en el extranjero, han vuelto.

Cada vez hay más jóvenes emigrantes que enfilan el camino de regreso a casa y cada vez es menor el interés de los profesionales de Castellón por salir a trabajar al extranjero. Lo confirman en la sede provincial de la red Eures, donde en el 2012 llegaron a atender a más de 200 jóvenes al mes interesados en buscarse la vida lejos de su familia. «Hay menos movimiento y la cifra de los que están interesados en marcharse fuera es mucho más baja que la que había hace, por ejemplo, cinco o seis años», explica Almudena Sales, consejera de la red Eures en Castellón, que añade también que la mayoría de los que ahora se van lo hacen con la voluntad de regresar en poco tiempo. «Los que se marchan lo hacen para mejorar currículo o aprender idiomas», sentencia.