Los astilleros de la provincia de Castellón no están implicados en la costosa devolución de las ayudas europeas. Las atarazanas provinciales no recibieron estas subvenciones, pues estaban destinadas a naves de alto tonelaje, muy distintas al tipo de embarcaciones que se fabricaban en la provincia tradicionalmente. Los barcos pesqueros de la Costa de Azahar sí que consiguieron las compensaciones económicas del año 2002, pero nada tienen que ver con esta situación, pues la Comisión Europea solo exige el reembolso de los préstamos a los astilleros desde el año 2007 al 2011, cuando el pastel no se repartió en Castellón.

El sector de los astilleros se salva de este golpe que hubiera hundido por completo a una profesión que pasa por momentos muy difíciles. Casi cinco años se cumplen desde que el último barco pesquero construido en la provincia zarpara hacia el mar.

Antes de la crisis económica, entre las atarazanas de Vinaròs, Benicarló, Grao de Castellón y Burriana fabricaban cuatro barcos mensuales, cuando ahora la media es de cero, con alguna excepción. El sector está obligado a mirar hacia el exterior, sobre todo al norte de África, para desarrollar su trabajo, que antes ocupaba a 200 personas y ahora solo mantiene a 30 empleados.

La mayoría de ellos dedicados a la reparación y conservación de barcos pesqueros de máximo de 25 metros, el producto que se desarrolla en la Costa de Azahar. H