Los empresarios de la calle Lagasca y su entorno urbano reclamaron ayer que las mediciones de ruido que deberán volver a realizarse en sus negocios se extiendan también a las viviendas particulares de la decena de miembros de la Asociación Castelló Sense Soroll. Así lo expresó Ezequiel Salvador, propietario de una conocida discoteca y portavoz de los empresarios. “Esto es un verdadero show que no consigo entender, la legislación vigente también debería afectarle a ellos, y las mediciones de ruido deberían hacerse también en sus viviendas particulares porque estoy seguro de que ninguna cumple los niveles de insonorización exigidos”, afirmó. “Primero que cumplan la ley ellos y luego que reclamen”, añadió.

Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat (TSJCV) obliga al Ayuntamiento de Castellón a repetir en un plazo máximo de tres meses las mediciones sonométricas en Lagasca que determinarán si ese ámbito de ocio nocturno debe acogerse a la temida declaración de zona acústicamente saturada (ZAS).

Salvador recordó que en otros puntos del país como Ibiza nadie se queja del ruido nocturno porque “es comprensible”. “Las mediciones que se hicieron en Lagasca determinaron que el 90% del ruido lo generaba el tráfico”, apuntó para mostrarse muy pesimista sobre el pulso judicial. “Esto acabará mal como siempre, a estos cuatro vecinos de Castelló Sense Soroll les da igual que la gente trabaje o acabe en las filas del paro, como ya han demostrado en el tema de las tascas”.

La eventual declaración de Lagasca como ZAS obligaría al consistorio a aprobar un amplio listado de medidas restrictivas que pondrían en riesgo el ocio nocturno en el céntrico barrio.