Sin sorpresas, siguiendo el guión escrito en los últimos meses, el Pacte del Grau activó ayer la cuenta atrás para que el topónimo de la ciudad sea Castelló de la Plana y Grau de Castelló, pese al rechazo de PP y Cs. Con los votos del equipo de gobierno -PSPV y Compromís- y Castelló en Moviment, el pleno aprobó iniciar la tramitación del expediente que pasará por la Acadèmia Valenciana de la Llengua y el Consell para que, previsiblemente en diciembre, se elimine oficialmente la doble denominación aprobada en 1982.

En la sesión, dos bancadas claramente enfrentadas que interpretaron un papel muy preparado -y conocido de antemano-, ante un salón de plenos abarrotado, con detractores y partidarios de la modificación del topónimo. Entre ellos, en primera fila, el doctor en Filología Románica y catedrático de Escola Universitaria de la UJI Lluís Gimeno Betí, que será el encargado de elaborar el informe técnico obligatorio; y dos de los firmantes del Manifest per la normalització del nom de la ciutat con el que arrancó este proceso hace más de un año -el profesor de la UJI especialista en Derecho Foral, Vicent Garcia Edo, y Vicent Pitarch, miembro del Institut d’Estudis Catalans-.

Dirigió el debate la vicealcaldesa, Ali Brancal, por la ausencia de la alcaldesa, Amparo Marco, por motivos personales. El Pacte del Grau se respaldó en los expertos, en la historia y la defensa del patrimonio inmaterial; mientras que PP y Cs veían la decisión como «un ataque al castellano», una «falacia» y una «imposición».

INTERVENCIONES // Por parte del equipo de gobierno, el edil de Normalización Lingüística, Ignasi Garcia, defendió la recuperación de «nuestro nombre tradicional, nuestro patrimonio, porque las lenguas son un tesoro que se tiene que cuidar y no una arma para manipular los sentimientos de la ciudadanía».

Enric Porcar, por Compromís, apeló al sentimiento -y acabó por emocionarse-, calificando el día de «histórico» y pidiendo el voto a favor «porque la historia documentada no se puede discutir». El portavoz del PSPV, Rafa Simó, dejó claro que el topónimo Castelló es «una reparación histórica» que «no impide que cualquier vecino pueda seguir diciendo Castellón». El portavoz de Castelló en Moviment, Xavi del Señor, instó a PP y Cs «a escuchar a los expertos para proteger nuestra lengua, no sean cómplices de lo contrario».

Desde el PP, la portavoz, Begoña Carrasco, y el edil Carlos Feliu, rebatieron desde el atril la decisión que estaban a punto de aprobarse «porque la grandeza de la ciuda es utilizar cualquiera de las dos lenguas cooficiales, sin imposición». «Eliminar la doble denominación es arrancar un trozo de nuestra historia», aseguró Feliu. Para Vicente Vidal, portavoz adjunto de Cs, «el bipartito ha generado un clima de crispación innecesario para eliminar el castellano de todos los rincones».