Hasta hace dos años, Fanzara era un pueblo más del interior. Con los mismos problemas y también las mismas satisfacciones que todos. Hoy, gracias al grafiti, las cosas han cambiado radicalmente. Cada fin de semana, auténticos ríos de turistas bajan en paralelo al torrente del Mijares y quedan maravillados con la colección de dibujos. Entre semana, el público del Museo más original de cuantos tiene la provincia lo conforman los estudiantes. De todas las edades, de prácticamente todos los rincones de Castellón y de Valencia.

Saber cuánta gente ha pasado por las calles de Fanzara en los últimos dos años es misión imposible. “Solo tenemos constancia de las visitas guiadas. Llegan grupos organizados. Les hacemos un recorrido por el pueblos, les explicamos los murales y también hacemos talleres”, explica Javier López, uno de los cabecillas del MIAU. Hasta la fecha, ya son más de 800 las visitas programadas. “Hay decenas de personas que llegan por libre, dan un paseo, ven los murales y se marchan y eso es imposible de contablizar”, sentencia. Pero lo cierto es que cada día van más. H