El reconocimiento a una carrera profesional puede llegar de muchas formas. En la ciudad de Castellón, uno de los mayores méritos que se pueden atesorar es haber sido elegido Guillem de Mont-Rodón por la Milícia Templària de la Germandat dels Cavallers de la Conquesta.

Este cargo atribuye a la personalidad escogida para ostentarlo una serie de méritos que tienen mucho que ver con la dedicación a mejorar a los demás a través de la cultura, la docencia, la transmisión de conocimientos..., como Mont-Rodó hiciera con un joven rey Jaume I, de ahí que los hombres elegidos, año tras año, puedan sentirse doblemente afortunados.

Para alguien como el galardonado chef Miguel Barrera no habrá nada comparable a recibir una Estrella Michelin, pero anoche demostró reconocer la prerrogativa que le confiere haberse convertido por méritos propios en el 22º Guillem de Mont-Rodón. Lo hizo en un acto en el que cogió el testigo de Vicent Sales, diputado provincial de Cultura y en el que no faltó el protocolo propio de una celebración siempre cargada de simbolismo.

Los parlamentos se iniciaron de la mano de la edil de Fiestas, Sara Usó, previo a la despedida y el nombramiento dirigidos por el Maestre de la Milícia, Matías Ibáñez. El encargado de cerrar las intervenciones fue el Prohom, Luis Oria, antes de que Na Violant invocara, como es costumbre, a los santos patronos de la ciudad.