Torbellino de energía. Sin pelos en la lengua. Habló muy claro. No duda en mostrar su apoyo al uso de los preservativos y a la causa homosexual, porque, “como dice el Papa Francisco, no somos nadie para juzgar”.

Sor Lucía Caram (Tucumán, Argentina, 1969), la monja mediática y azote de políticos, disertó ayer en Castellón, invitada por la Federación de Asociaciones de Vecinos y Entidades Ciudadanas, en una conferencia que llenó el aforo de un conocido hotel.

Sus palabras tienen como inspiración el “mensaje evangélico”. Por ello, se considera “libre”. “No me caso con nadie, es mi opción, quiero cambiar la humanidad y estoy con las personas que se lo están pasando mal”, asegura la religiosa dominica, quien explica que “la corrupción se ha instalado porque la ha protegido el poder” y “todos somos corresponsables de lo que ha pasado”. Frente a la corrupción y la crisis generalizada “hay que plantar cara, hay que decir basta”. Afirma que “los viejos zorros de la política tienen que desaparecer, unos políticos que están nerviosos porque se les están acabando sus privilegios”. Cree que “la revolución no se hace desde arriba, sino desde abajo, porque es posible otro tipo de sociedad y tenemos que trabajar para conseguirla”, destaca.

Ante las críticas que está recibiendo desde la derecha, sor Lucía es tajante al afirmar que “la derecha tiene una doble vara de medir; se cree que tienen la potestad de la caridad, cuando la caridad solo es de Dios, y es, simplemente, amor por los hombres”. “En el PP, que está haciendo un discurso caduco, populista de los años 60, hay gente de buena voluntad, que es capaz de hacer autocrítica y que no está de acuerdo con las practicas corruptas”, señala la monja, que ayer, en Castellón, hilvanó un tema tras otro sin solución de continuidad. De su compatriota Bergoglio no tiene dudas de que “va a revolucionar la Iglesia”. “Es un Papa que nos dice lo que tenemos que hacer, seguir lo que dice el Evangelio”, declara. La religiosa residente en Manresa destaca que “con la política y la religión hemos tenido suficientes dogmas para controlar las conciencias, pero no la suficiente libertad y caridad”. H