He observado la vocación del Ayuntamiento por abrir calles y plazas duras en la ciudad. Lo de dura quiere decir que escasea el arbolado, o lo que es lo mismo, que está prácticamente toda cubierta de cemento.

Desconozco los criterios que deben existir en este sentido para que se tomen estas decisiones estéticas, pero no me negarán que no es más agradable y atractiva una plaza dotada de árboles que otra en la que solamente aparezca el vil cemento. Tal vez existan razones técnicas que desaconsejen dotarlas de vegetación. No sé.

Me llama también la atención la afición que existe por plantar palmeras, por ejemplo, en la sufrida playa del Pinar. Convendrán conmigo en que son las especies que más tiempo tardan en crecer, más trabajo dan para limpiarlas y, encima, las que menos sombra hacen.