«La decisión de Javier nos ha sumido al partido en una sensación de orfandad que nos costará asimilar». Fueron las palabras del diputado nacional Miguel Barrachina al conocer, esta semana, la noticia de que el actual presidente del PP provincial no se presentaba a la reelección en el próximo congreso del partido de junio. Apenas dos días después, el político segorbino anunciaba su candidatura a dirigir una formación cuyos máximos exponentes en la provincia aún intentan sobreponerse a una situación que, ni de lejos, presumían iba a producirse. «Con esto no contábamos», repetían la mayoría una vez concluido el comité de dirección de este pasado lunes.

Barrachina, licenciado en Económicas, del que se destaca tanto sus dotes para la gestión como sus rápidos reflejos en política, ha dado un paso que, según se espera, no tendrá importantes contrapesos que puedan alterar la tranquilidad con la que el PP suele afrontar este tipo de transiciones. «Con la renuncia de Moliner ya hemos tenido bastante y este partido no es dado a los sobresaltos», explica esta semana un miembro de la dirección popular.

La coincidencia -esa de la que tanto se duda en política- quiso que el mismo día y a la misma hora que Barrachina anunciaba su candidatura, se encontrara en Valencia con la reforzada y reelegida presidenta del PPCV, Isabel Bonig, y el ministro Íñigo de la Serna. La condición del diputado castellonense como portavoz de la Comisión de Fomento en el Congreso de los Diputados era motivo suficiente como para estar en este lugar y a esta hora. A partir de ahí, gestos de equidistancia, como los que vienen mostrando la máxima dirigente popular en la Comunitat y el actual presidente del PPCS, Javier Moliner, con el fin de no entorpecer un proceso que pretenden sea «modélico en cuanto a participación» y abierto a que «cualquier afiliado que cumpla con los requisitos básicos pueda aspirar a presidir el partido».

El hasta ahora único aspirante para relevar a Moliner justificó su decisión en su voluntad de trabajar por la provincia y mantener los logros de su predecesor, pero tampoco ocultó haber recibido ya el empujón de «docenas de compañeros del partido», que se ha venido sucediendo desde entonces a través de las redes sociales, especialmente.

El candidato tiene ahora ante sí dos semanas para que su precandidatura se formalice a la espera de saber si habrá alternativas, pero también abre un segundo periodo de reflexión para ir perfilando un nuevo equipo de trabajo en un proceso que no vendrá acompañado de grandes sobresaltos en una formación que marianiza los tempos y que ajusta con precisión el lubricado engranaje del pragmatismo.

Así, «no es momento de experimentos» en una fórmula química de elementos que, en su naturaleza y proporción, viene funcionando bien a lo largo de los últimos cuatro años, según explica otro de los testimonios que, pese a todo, vaticina pocos cambios, «si exceptuamos el hecho de que cambiamos de presidente, que no es poco», sonríe. El PPCS abre mañana lunes el periodo de presentación de candidaturas y todo, o casi todo, está por ver.