El 25 de julio de 2016 se declaró un pavoroso incendio en la Serra d’Espadà, el pulmón verde de la Plana. Las altas temperaturas, la difícil orografía, el viento del oeste... Todos estos factores complicaron la extinción del peor fuego del año. Tras él se llegó a la conclusión de la necesidad de redactar planes locales y comarcales antiincendios y ponerlos en marcha. Un año después, la cifra de municipios con planes locales de prevención de incendios forestales no ha aumentado y los problemas estructurales continúan --climatología propicia, abandono del monte, imprudencias, monocultivo forestal....--, a lo que se añade la falta de diligencia en la limpieza de los montes tras los temporales.

Más de 30.000 hectáreas calcinadas en 10 años

Los incendios forestales han calcinado 31.685,04 hectáreas en la provincia en la última década. Entre 2006 y 1996 se han producido 2.126. El peor año fue 2012, en que ardieron 11.015 hectáreas. Fue cuando se produjo el terrible incendio de Andilla, que saltó a la provincia de Castellón. Le siguen con 7.800 hectáreas, el 2007, año de la catástrofe de Alcalatén, Y con 3.488 hectáreas, en 2001, cuando se produjo el incendio de Xert. Aun así 2016 es de los años con menos incendios (70), la mitad de los registrados en las peores épocas (en 2005 hubo 268).

La masa forestal se incrementa

Castellón cuenta con 423.113 hectáreas de superficie forestal, de las que 270.718 son de terreno arbolado, según la memoria del Comité Económico y Social (CES). A juicio de Alfons Moros, presidente de la Societat d’Amics de la Serra d’Espadà, «el peligro de incendio en los montes mediterráneos, en este caso en la Serra d’Espadà, es máximo. A ello contribuyen varios factores. La progresiva despoblación y el abandono de los oficios tradicionales ha provocado un crecimiento exponencial de la biomasa; esto, unido a las repoblaciones de pino que se llevaron a cabo en los años 60-70, hace que el monte sea literalmente un polvorín. Se pueden observar diversas zonas, por ejemplo entre Fuentes de Ayódar y Torralba del Pinar, en donde los pinos crecen tan densamente que una pequeña chispa podría convertirse en un incendio pavoroso», avisa. Por ello considera fundamental la realización de clareos y la prevención.

El 80% del monte está en manos privadas

El 82% de la superficie forestal está en manos privadas, que suelen ser pequeños propietarios. El diputado del área, Luis Rubio, señala que «se tiene que potenciar la explotación sostenible y ordenada de los montes para que vuelvan a dar rentabilidad a los propietarios, para el aprovechamiento de recursos y que los montes estén bien mantenidos». Rubio señala que se ha ido produciendo un abandono del aprovechamiento forestal. Rubio señala que las 16 brigadas forestales de Diputación y el Consell efectúan trabajos de mantenimiento y limpieza, pero que si no hay un aprovechamiento forestal sostenible, y una rentabilidad económica los montes no estarán mantenidos y cuidados. Históricamente la madera se aprovechaba para hacer palets, cajas de naranjas y tapones, etc. Y también se puede aprovechar como fuente de energía el pellet y la biomasa. Rubio insta a las administraciones a dar ejemplo y cambiar las calderas públicas de gasoil a pellet y biomasa, una energía limpia que evita el efecto invernadero.

El cambio climático aboca a olas de calor

Paco González, de Gecen, explica que «así como territorios como Japón son más proclives a terremotos, aquí vivimos en una zona geográfica susceptible a incendios forestales». Las primeras semanas de junio han venido marcada por calor de récord, aunque venimos de un invierno más lluvioso, lo que ha contribuido a que el estrés hídrico de las plantas sea inferior al año pasado, explica Fernando Kindelán, jefe de la sección forestal del Consorcio Provincial de Bomberos. Pero arranca el verano, en que tradicionalmente se producen los incendios más voraces. Todo apunta a que será más caluroso. Y las altas temperaturas aumentan la sequedad de la vegetación y crece la determinación de alertas de nivel 3 por riesgo de incendio.

La concienciación y prevención son claves

El CES hace hincapié en el incremento en el número de incendios originados como consecuencia de la negligencia e intencionalidad, por lo urge a seguir intensificando y potenciando las campañas de concienciación. «Por nuestra climatología y por nuestra situación es una zona donde los incendios forestales forman parte del proceso natural y cualquier interferencia humana puede propiciarlos», dice González.

«Es necesaria una rigurosa política de prevención, en los últimos años el recorte presupuestario hizo su mella, pero continúa sin establecerse una política adecuada, las subvenciones para el voluntariado ambiental que debería ayudar a la vigilancia del monte, se está convocando tarde y mal», señala Moros. «Lo que no se hace bien es la prevención y la restauración del monte», indica González, quien urge a recuperar la vegetación autóctona, de alcornoque y carrasca, y cultivar en bancales abandonados para crear barreras frente al fuego.