Castellón, en la ribera mediterránea de la Península Ibérica, atraviesa por un déficit hídrico de consecuencias incalculables. Los registros históricos indican que el presente año es el más seco desde que hay noticia. Toda una tragedia para un país sacudido por la terrible crisis económica que se haya conocido en el último medio siglo. La falta de agua ha sido una constante en las comarcas castellonenes desde los albores de la historia. El sistema de riego de las huertas de la provincia y la agricultura de interior, que necesita muy poco líquido, tiene sus orígenes en la presencia en estas tierras de las culturas clásicas. Romanos, y posteriormente árabes, establecen la estructura radial del riego en amplias zonas de la ribera castellonense, especialmente en las comarcas de la Plana.

A la falta de agua, hay que sumar la contaminación de los acuíferos por la utilización de nitratos en la agricultura y la salinización procedente del mar. Todos estos factores han provocado un déficit hídrico en las comarcas castellonenses que ha sido, con frecuencia, un gran impedimento para garantizar el crecimiento económico. Esto ha llevado a reivindicar desde las comarcas la urgente necesidad de ejecutar el trasvase de las aguas del Ebro, cuyas primeras peticiones llegaron hasta el gobierno de Madrid a finales del siglo XIX.

Ahora hace 25 años, un estudio realizado por el profesor del Colegio Universitario Julio Medina advirtió sobre el grave estado de degradación de los acuíferos castellonenses con especial mención a la situación del agua corriente de uso ciudadano en la ciudad de Castellón. Aquel estudio, que desveló en exclusiva el diario Mediterráneo, alarmó a la población que puso en duda las garantías de potabilidad del agua de uso humano en los hogares de la provincia. La empresa suministradora Fomento Agrícola Castellonense se vio obligada a lanzar un mensaje de tranquilidad a los ciudadanos y garantizó la potabilidad y el buen estado del agua corriente en la ciudad de Castellón.

El alcalde de la capital de la Plana, Antonio Tirado, ratificó también lo dicho por la empresa suministradora y manifestó que el control del agua corriente por parte de los técnicos municipales era exhaustivo y riguroso. Pero lo cierto, es que los problemas se multiplicaron y, en municipios como Oropesa, también se lanzó la señal de alarma por el estado de sus aguas potables. H