Faltan como mucho ocho meses para que los valencianos vuelvan a las urnas para elegir a sus representantes autonómicos, y la cercanía electoral marcó de forma muy clara el último debate de política general de la legislatura. El president de la Generalitat, Ximo Puig, aseguró que el Consell del Botànic «no tiene limitación temporal» y pidió a los ciudadanos confianza para reeditar el pacto un segundo mandato, mientras la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, le exigió que adelante las elecciones para abrir un «nuevo tiempo» y presentó un plan de gobierno con 31 medidas.

Puig, que comenzó su intervención con un recordatorio a Eva Bou, última víctima de la violencia de género en la provincia, hilvanó un discurso en el que mezcló pasado inmediato, presente y futuro con el objetivo de relanzar un proyecto de Comunitat que va más allá de lo que queda de legislatura. El jefe del Consell se refirió al mismo como un «nuevo contrato social» con la ciudadanía, un concepto en el que englobó un paquete de 35 propuestas, muchas de las cuales son a varios años vista.

Ejemplos de ello son los diferentes planes estratégicos que anunció -de economía de la inteligencia artificial, de turismo con la mirada puesta en el 2025, de mejora de las infraestructuras sanitarias de atención primaria-, así como alguna de los anuncios para Castellón, como la compra del pico del Penyagolosa. Ayer se anunció un principio de acuerdo, mientras que la construcción de un nuevo centro de interpretación se deja para el medio plazo.

Las otras dos medidas estrella para la provincia fueron la repotenciación de las fábricas de azulejo, que permitirá a las empresas pagar la electricidad un 20% más barata, y el compromiso para encontrar dinero para que la UJI pueda licitar la segunda fase del edificio de Ciencias de la Salud este año.

SINTONÍA CON MADRID

Entre los argumentos que Puig esgrimió para pedir a los votantes cuatro años más destacaron los «avances» logrados con el nuevo Gobierno de España, de los que dijo que son «insuficientes» pero que «suponen un punto de inflexión». Infraestructuras que el dirigente morellano calificó de «fundamentales», como el corredor mediterráneo, dependen de esa sintonía. En este sentido, el jefe del Consell anunció que se reunirá la primera semana de octubre con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, para «avanzar en el cumplimiento de la agenda valenciana».

BONIG EXIGE IR A LAS URNAS

Las próximas elecciones estuvieron tan presentes en el debate que incluso protagonizaron la anécdota de la jornada. Esta corrió a cargo de una Isabel Bonig que, en un inoportuno lapsus, comenzó a desgranar las medidas que tomará el PP cuando haya un cambio de gobierno «dentro de ocho años». Quiso decir meses, claro.

Pero la presidenta del PPCV apostó ayer, sin dejar de insistir en cuestiones de oposición como el contagio del «fantasma» catalanista en la Comunitat, por presentarse también como alternativa de gobierno. Para hacerlo, presentó un paquete de 31 medidas que incluye recuperar el distrito único y derogar las los planes que «catalanizan» la Comunitat en materia educativa, «la mayor bajada de impuestos de la historia» con la eliminación del impuesto de Patrimonio y el de Sucesiones o un blindaje por ley de los plazos de lista de espera en materia sanitaria, un ámbito en el que también Puig anunció un plan.

President y lideresa popular mantuvieron un duro debate en el que el primero negó la existencia de proyectos independentistas en Les Corts, ironizó con el «susto» que le daría a Bonig si avanzara los comicios y defendió que no dará «ni un paso atrás» en sus reivindicaciones a Madrid, con la financiación como eje de las demandas. La valldeuxense le acusó de «sumisión y complacencia» con Sánchez y señaló que el «fantasma» catalanista lo personifican el conseller Marzà o Enric Morera.

Del resto del debate destacaron el tono exigente de Podem, cuyo síndic Antonio Estañ, aseguró que los avances logrados «no son suficientes», y el agrio intercambio de Puig con la portavoz de Ciudadanos, que dijo que la Comunitat está «peor que nunca». Compromís, por su parte pidió «larga vida» para el Botànic.