El daño que está provocando la falta de lluvias al campo provincial suma incidencias cada día. A los 80 millones en que la Unió de Llauradors cuantifica el perjuicio --cifra de la que ayer informó este diario--, hay que sumar los ingresos que dejarán de percibir los citricultores castellonenses debido a que mucha de su producción no alcanzará el tamaño comercial. Según las dos principales organizaciones agrarias provinciales (la Unió y Fepac-Asaja), el destrío en el campo puede llegar en esta campaña al 40% del total.

El responsable de cítricos de la Unió, José Ramón Urbán, señala que al volumen de fruta que en cada campaña se suele quedar por recolectar (o que se elimina en el propio huerto), que cifra “entre el 15 y el 20%”, se verá este año duplicado “por la incidencia de la sequía”. Y el presidente de Fepac-Asaja, Néstor Pascual, afirma que la fruta afectada “puede ser mucha más”. Pascual señala que en casi todas las variedades de clementinas, incluso la clemenules, “el calibre no es bueno”. Por ello, estos días, a la par que se recolectan variedades tempranas, los agricultores están trabajando para clarear los árboles y “tirar mucha fruta pequeña al suelo para que la que quede coja calibre”. “El daño en el campo es muy grande”, sentencia Pascual.

producción a la baja // Con esta coyuntura, y después de que la Conselleria pronosticara un descenso en la producción de un 2,3% para esta campaña en la provincia, finalmente la caída de cosecha puede ser mucho mayor. Ello debería conllevar un aumento en las cotizaciones de las diferentes variedades, pero según Pascual esto no servirá para contrarrestar el perjuicio por la poca cantidad de fruta que se venderá.

Y lo que es peor, aunque ahora llegaran las esperadas precipitaciones (las de septiembre y principios de octubre afortunadamente sirvieron para contrarrestar, aunque fuera mínimamente, la falta de agua), estas “no servirían para nada”, afirma Pascual. El motivo es que la fruta está en un estado de maduración avanzado y, si llueve después de que haga el cambio de coloración, ya prácticamente no tiene incidencia.

Además, los agricultores se están encontrando, por segundo año consecutivo, con otro problema derivado de la falta de agua. El rajado --o clareta--, está afectando ya a parte de la cosecha. Esta afección, que se produce al crecer la pulpa y no hacerlo la piel porque está muy débil por la falta de líquido, provoca marcas externas que la hacen inviable para la venta. Urbán destaca que sobre todo se han visto afectadas las clemenvillas, pero que ya lo están comenzando a percibir en otras variedades. Por el momento, desde la organización ya se han puesto en contacto con Agroseguro “para hablarlo”. H