Siempre he dicho que mi vinculación con el hecho cultural me llegó a través del teatro. En la ya desaparecida cochera del Palacio del Obispo, en la calle Gobernador, un grupo de jóvenes representábamos obras de la Galería Salesiana, adaptación de obras populares, clásicas y contemporáneas. La acción formaba parte de las actividades parroquiales de Santa María, a finales de la década de los cuarenta. Mirábamos de reojo a quienes movían y vivían la Acción Católica, aunque nosotros íbamos por libre. Y se puede afirmar que fuimos los precursores del nacimiento de la OAR y de la construcción del Salón San Pablo. Entre el grupo de alentadores y colaboradores, Paco Vidal Serrulla destacaba ya como pintor y nos maravilló a todos con el diseño y la ejecución de los decorados par las representaciones.

Fue tan cordial nuestra relación, comencé a admirar tanto su obra, tan emocionalmente cercana, que con las primeras pesetitas que pude recoger como mancebo de botica efectué mi primera adquisición de obras de arte: tres acuarelas de Vidal Serrulla sobre temas urbanos de Castellón que hoy siguen luciendo en mi casa y forman parte de mi querida antología de obras de pintores castellonenses.

Un impacto de Paco que recuerdo fue su vinculación con Enrique Bernad en la promoción de su galería y en la difusión del arte a través del ya famosísimo Torreón Bernad, de cuya decoración mural es autor. Después, desde 1984, nuestro Castelló festa plena contó siempre con la colaboración del ya maestro Vidal Serrulla, con sus textos sobre pintura y sus mágicas ilustraciones. Le lloramos cuando falleció, el 16 de diciembre de 1996, y siento hoy una natural y sincera emoción al dedicarle esta página final de nuestro ciclo de 40 Seres Humanos, que volveremos a reanudar seguramente después del verano, cuando se hayan deshecho mis habituales torres de arena sobre la playa de la Almadraba.

LA VIDA

Nació el 2 de julio de 1923 en la hoy avenida del Mar, hijo del pintor decorador Francisco Vidal Personat y Trinidad Serrulla Miralles. En el colegio de párvulos de las Aulas y en el Obispo Climent aprendió las primeras letras. Después ingresó en las Escuelas Pías y sus inclinaciones hacían pensar que habría un médico en la familia, pero la guerra civil cambió todos los planes; no hubo médico pero sí el regalo de un gran pintor.

Primero aprendió delineación en la Escuela de Artes y Oficios, después, impulsado por su padre, hizo un periplo por Barcelona y Madrid para sumar experiencias en decoración. Y, de nuevo en Castellón, acabó por darle lustre el escultor Tomás Colón, de quien completó los conocimientos de diversas técnicas y procedimientos artísticos, especialmente modelado y talla en madera, hasta que apareció Pedro Vilarroig, el maestro de la acuarela. Uno y otro le fueron administrando las gotas necesarias de historia del arte, teoría del color y de la composición, anatomía artística para que, la proximidad en el tiempo con Porcar no le deslumbrara de modo cegador, sino con capacidad para la comprensión y la definición crítica tan necesaria para el artista.

De sus esporádicos viajes a Madrid, siempre explicó la gran acogida del escultor Adsuara, en cuyo estudio tuvo ocasión de saludar y aprender del gran maestro Vázquez Díaz.

Su servicio militar en 1943, en los Pirineos, le permitió trabajar en temas topográficos y madurar con sus trabajos de profesor en la formación de suboficiales.

El 18 de abril de 1952 contrajo matrimonio con Genoveva Nebot Sanahuja, oficiando su amigo mossén Eugenio Meseguer. Carmen y Amparo son las hijas mayores del matrimonio, con Javier Vidal, el arquitecto municipal, como único varón.

Nombrado jefe provincial del grupo artístico de Educación y Descanso y participando en la creación de la Comisión Permanente Asesora de Arte de la Diputación Provincial, su obra se difundió muy pronto por todos los ámbitos y a sus exposiciones de éxito añadió la docencia en las Escuelas Pías, conferencias en torno a la pintura y el arte en general y tuvo ocasión de participar activamente en los esfuerzos de recuperación del Ateneo en 1965 con prolongadas aportaciones en sus años de secretario general.

Es notable su actividad como pintor de retablos y murales, con obras que pueden admirarse cada día en la Basílica del Lledó, en la Iglesia de la Trinidad, en otras iglesias de Costur, de L´Alcora y en algunos conventos diocesanos de Tortosa.

Participó en certámenes y exposiciones en varias ciudades españolas y también en Alemania, los Países Bajos, Dinamarca y le llenaba de orgullo haber podido hacerlo igualmente en el sonado homenaje internacional a Picasso, en el que su nombre figuraba junto al de otros artistas o promotores, como Miró, Benjamín Palencia, Pau Casals o los escritores Neruda y Cela, quienes propusieron a Vidal Serrulla para la distinción de artista distinguido de la Arts Guild de Mónaco.

Hombre sencillo, su único alarde lo hizo como defensor de la pintura y de los pintores de Castellón.