Entre el detective de ficción, que protagoniza películas y exitosas series de televisión, y el detective real hay todo un mundo de distancia. Probablemente lo imagine como Sherlock Holmes, fumando en pipa, portando un sombrero y gabardina, asomándose por una esquina, con sigilo y misterio, siguiendo a su objetivo. Pero verlos en la vida real es suficiente para descartar esta teoría. Nada que ver con el legendario personaje de Arthur Connan Doyle. Tampoco con Hércules Poirot. Ni con el inspector Jacques Clouseau. Los investigadores privados del siglo XXI no visten de forma llamativa. Tampoco llevan gafas oscuras ni beben whisky con hielo. Son tipos normales. Como usted o como yo.

La de detective es posiblemente una de las profesiones más desconocidas. Y eso que la cartelera está llena de películas que hablan de ellos y las estanterías de las librerías rebosan de títulos de novela negra. El sabueso de hoy es un profesional normal y corriente, con estudios universitarios y que en vez de dar clases en la universidad, pasar consulta en una clínica o llevar la cuenta de resultados de una empresa se dedica a averiguar la verdad.

Los datos que maneja el Colegio Oficial de Detectives Privados de la Comunitat Valenciana constatan la existencia de 200 investigadores privados. Una decena de ellos trabaja en Castellón y lo hace en seis despachos, la cifra más alta en años. En España son más de 1.250 los detectives en activo, de los que alrededor de un 30% son mujeres y el sector factura 3.600 millones de euros al año.

Carlos (el nombre es ficticio, por razones de seguridad) lleva tres años en la profesión. Empezó con un despacho en Vila-real y hoy dirige junto a su socia Modus Castellón, una de las seis empresas de investigación privada que operan en la provincia. “Tenemos trabajo, pero el problema es que esta profesión es muy irregular y también muy sacrificada, porque pasamos una gran cantidad de horas vigilando”, apunta.

Pero, ¿qué investigan los detectives privados en Castellón? ¿Quiénes son sus clientes? ¿Cómo es su día a día? Aunque el perfil de usuario es muy variopinto, en general, se trata de empresarios que sospechan que sus trabajadores les engañan, padres que quieren conocer lo que hacen sus hijos cuando salen por las noches, maridos y mujeres que creen que sus parejas les son infieles o personas que quieren modificar el convenio que regula su separación. El caso, por ejemplo, de un hombre que quiere demostrar que su exmujer trabaja, tiene buen sueldo, y vive con otra persona. En definitiva, demostrar que ella gana más que él para así poder bajar la pensión. Son algunos ejemplos de los casos más habituales en los que trabajan los investigadores de Castellón. Y sus historias son interminables.

Si Carlos lleva tres años en la profesión, Eloy de Paco Martínez es uno de los veteranos. Lleva desde finales de los setenta en la profesión y preside el Colegio Oficial de Detectives de la Comunitat (en España solo existen otros dos colegios, en Galicia y Cataluña). “Esta es una profesión desconocida. Somos profesionales a los que, desde el 2014, se nos exige un título universitario y una licencia específica. Ni llevamos gabardina ni fumamos pipa”, describe.

PONGA UN DETECTIVE EN SU VIDA // Como en cualquier profesión, la crisis ha pasado factura a la actividad de la investigación privada. Y ya no por el volumen de trabajo (es cierto que ha bajado, pero no lo ha hecho tanto como en otros sectores), sino por la facturación. “Los precios han evolucionado claramente a la baja, hasta un 50% menos. Las tarifas del 2007 y el volumen de facturación no van a regresar nunca”, describe José Antonio (el nombre también es ficticio), de Detectives Castellón.

José Antonio es abogado y abrió su despacho en el centro de la capital de la Plana hace diez años. Es un enamorado de su profesión (en su caso dedicarse a la investigación privada es algo cien por cien vocacional), pero reconoce que es una actividad dura. “Quema mucho. Un día puedes estar diez horas esperando en el coche. No tenemos horarios”, asegura. Manda el trabajo y hay que estar disponible las 24 horas del día, de lunes a domingo.

La de detective es una profesión compleja que requiere de grandes dosis de paciencia, pero también de intuición y de mucha sangre fría. Y es también peligrosa. Frente a la creencia popular de que van armados, los detectives de Castellón aseguran que su arma es el cerebro. “No llevamos pistolas, ni navajas, ni gases lacrimógenos ni nada parecido. Si nos encontramos ante una situación peligrosa, nuestra mejor arma de defensa son las piernas, salir corriendo”, describe el investigador de Detectives Castellón.

Y situaciones peligrosas las hay. A menudo, los detectives de Castellón montan guardia en clubs nocturnos y es fácil que levanten las sospechas de los vigilantes. Y, cuando eso ocurre, los investigadores aseguran que es mucho mejor que a uno le tomen por ladrón antes que por policía. “Hay personas a las que tú investigas que te pillan y te intentan tirar de la carretera. Estamos desprotegidos”, cuenta José Antonio.

No usan armas, pero sí cámaras de video y de fotografía. “También realizamos informes escritos que luego presentamos al cliente, y testificamos en juicios. Esta profesión tiene mucho de pisar calle, pero también de despacho”, explica Carlos, de Modus.

LO QUE CUESTA EL SERVICIO // Pese a que los investigadores privados aseguran que las tarifas de ahora poco tienen que ver con las de hace unos años, sus servicios no son baratos. Los honorarios medios de un detective se mueven alrededor de los 40 euros por hora. Destapar una baja laboral fingida y documentarla con pruebas puede costar unos 4 días de investigación. Es decir, en torno a los 1.500 euros. Por ahí ronda también el coste de una investigación de infidelidad matrimonial. Pero parte de la facturación se va en gastos de despacho, secretaría y reparaciones. “Al final nos queda un sueldo normal. Los que trabajamos en esto lo hacemos por vocación”, coinciden. H