Los collidors explotados por algunas empresas de trabajo temporal estallan: “Estamos cansados de que los comercios no nos contraten directamente”. Esto resolvería una situación que, habitual desde hace muchos años, se sigue dando en la actual campaña, tal y como ha denunciado este diario durante el fin de semana: la contratación con sueldos más que precarios para recolectar la naranja. Como ya ha señalado este rotativo, esta explotación laboral afecta a grupos de inmigrantes y así lo ha comprobado Mediterráneo, que entrevistó ayer a una colla de collidors a pie de campo. El testimonio no puede ser más duro. Envalentonadas por la gran cantidad de mano de obra, las ETT les dan un ultimátum: “Nos dicen que si queremos ir a trabajar ese es el precio que hay; lo tomamos o lo dejamos”.

Así lo recuerda Gabriela, el nombre figurado de una boliviana que trabaja en una colla integrada por colombianos, dominicanos, paquistanís y ecuatoguineanos, quien señala que el cajón de clemenules lo están cobrando a 1,2 euros, cuando “hace seis años lo cobrábamos a 1,5”. El convenio en vigor establece el precio en 2,25 euros.

Y, como añadido, ahora recolectan siempre con tijera, para no dañar la fruta, lo que reduce la cifra de cajones que un collidor es capaz de llenar en una jornada. “Aparte de que bajan el precio, nos exigen más”, lamenta la propia Gabriela, mientras destaca que las ETT cobran de los comercios y cooperativas “como cobra un trabajador fijo discontinuo, a 1,78 ó 1,80 euros el cajón”.

Con estos emolumentos, los fijos discontinuos pueden llegar a percibir unos 90 euros diarios, señala un compañero de Gabriela, de nacionalidad paquistaní, quien indica que tiene “algunos amigos” en esta situación. Él llevará a casa, si tiene suerte, unos 30 euros por una jornada que empieza a las 6 de la mañana.

cargas añadidas // Para ello debe llenar unos 32 cajones de naranja (de unos 20 kilos), lo que supone 640 kilos de clemenules diarios. Y es que dos cajones los carga a cuenta del cabo de colla, cuyo salario se calcula en base al rendimiento de sus hombres. Además de cobrar muy por debajo de lo fijado en convenio (en realidad hasta los trabajadores fijos discontinuos lo hacen, según comentaron ayer desde otra colla de collidors nacionales a este diario), los trabajadores inmigrantes tienen otras cargas diarias.

La primera es que no perciben el kilometraje establecido en el marco laboral en vigor. Por ello, quien no tiene vehículo paga seis euros a un compañero (normalmente los cabos de colla) por desplazarse cada día hasta el puesto de trabajo. Asimismo, cuando les toca trabajar en provincias alejadas --esta cuadrilla en concreto también trabaja en Valencia, Tarragona y Almería--, la ETT les busca el alojamiento “y cada trabajador pagamos cinco euros diarios, que se nos descuentan de la nómina”, señala Gabriela.

Con estos condicionantes, hay collidors que dejan de trabajar en la naranja, lo que hace que entren otros, inexpertos. Y ello ha dado paso a que cada uno cobre por cajón recolectado, en lugar del cómputo conjunto habitual en campañas anteriores. H