Ni el Gobierno ni la Generalitat. Ni una administración ni otra tienen una solución para acabar con el riesgo de la CV-13, al menos a corto y medio plazo. Fuentes oficiales de la Conselleria de Infraestructuras aseguran que la carretera --de titularidad autonómica-- “está en perfectas condiciones” y que “es una prioridad la seguridad vial, por lo que se hacen trabajos periódicos de revisión de la señalización y de mantenimiento del firme”. Sin embargo, reconocen que, hoy por hoy, no tienen sobre la mesa un proyecto para desdoblarla y facilitar la circulación porque “hay pendientes dos medidas que dependen del Ministerio de Fomento que aliviarán el volumen de tráfico”. Estos son, según apuntaron, la liberalización de la autopista AP-7, prevista para dentro de cuatro años, en diciembre del 2019, y la prolongación de la autovía CV-10 hasta la Jana, que está pendiente de los proyectos constructivos, sin presupuesto y sin fecha, por lo que la solución se puede dilatar durante años.

Desde Infraestructuras, las mismas fuentes insisten en que “la CV-13 se concibió como un vial de 15 kilómetros que conectara la nacional 340 con el aeropuerto, pero no para asumir la gran cantidad de camiones que pasan por la carretera desde que se prohibió la circulación por la 340”. “La CV-13 es una carretera construida en una zona de montaña, con mucha pendiente, y que se hizo con un solo carril por sentido, suficiente para el tráfico para el que fue proyectada”, apuntan.

La realidad, no obstante, la está convirtiendo en una ratonera. Desde el pasado abril --cuando se aprobó el desvío de tráilers de la 340-- está asumiendo a diario unos 5.500 camiones, 3.000 más que antes. Con el desvío del tráfico pesado de toda la N-340, las cifras irán en aumento. H