Algo se mueve en el campo. Tras dos años de parálisis casi absoluta, la tierra en Castellón parece que vuelve a ser atractiva para los pequeños inversores. La caída de los precios y la necesidad de los bancos de desprenderse de su amplia cartera inmobiliaria han reactivado la compraventa de fincas rústicas en la provincia durante el 2013, que ha sido el mejor ejercicio desde el 2010. Y el cambio de tendencia parece que no es pasajero. Durante los dos primeros meses de año, las operaciones han continuado al alza, devolviendo la sonrisa al sector.

El pasado año se vendieron en Castellón 1.720 fincas rústicas, casi un 10% más que en el 2012, lo que supone la mejor evolución de la Comunitat Valenciana y supera ampliamente la media nacional, que fue del 5,6%. Además, este número de operaciones supone también la cifra más elevada desde el 2010, cuando se transfirieron 2.040.

Pero aunque las cifras empiezan a ser mejores que las de años atrás, los datos que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística (INE) tan solo confirman un cambio muy tímido de tendencia y quedan todavía muy lejos de los números de los años previos a la crisis. Un ejemplo: aunque durante el 2013 se vendieron más parcelas agrícolas que en año anterior, el dato sigue estando a años luz de las casi 5.400 operaciones que se formalizaron a lo largo del 2007.

Detrás de ese todavía ligero repunte de la compraventa de fincas rústicas en Castellón está el precio de la tierra. “Desde el comienzo de la crisis el descenso de las cotizaciones supera el 50%, aunque hay casos en los que el coste se ha reducido en más de un 100%. Las fincas han llegado a un valor real, frente a la subida que se produjo por la entrada de inversores ajenos al sector sobre todo al calor de todos los PAI que iban a desarrollarse en la provincia”, coinciden los expertos.

Pero, ¿cuánto cuesta la tierra en Castellón? Aunque los precios pueden ser muy dispares (no es lo mismo una hanegada en Burriana que otra en un municipio del interior), tanto las organizaciones agrarias como los agentes inmobiliarios aseguran que el coste ha caído hasta en un 50% en tiempo récord. Ahora mismo, el precio de la hanegada (831 m2) ronda de los 3.000 a los 5.000 euros, una cantidad baja si se tiene en cuenta que hace dos años estaba por 12.000 euros y al inicio de la crisis económica, se pagaban incluso a 23.000 euros. “Lo de antes del 2007 era una barbaridad y esos precios ya no volverán nunca porque esos movimientos especulativos tampoco van a volver”, advierten.

Si durante los últimos años, el valor de la tierra ha caído en picado, lo que también ha cambiado es el perfil de quien está interesado en la compra de fincas rústicas. El inversor ajeno a la agricultura prácticamente ha desaparecido (hace una década llegó a copar el mercado) y el grueso de quienes compran parcelas son profesionales que quieren ampliar negocios o jubilados que adquieren una parcela no muy lejos de donde viven para convertirla en un huerto.

EL ALQUILER GANA ADEPTOS // Que empieza a haber algo más de interés por la tierra lo demuestran los datos de compraventa de fincas rústicas, pero también el auge del fenómeno de los alquileres de parcelas. Los principales portales de Internet están lleno de anuncios de parcelas que se alquilan y de particulares que buscan tierra para arrendar. Además, organizaciones agrarias como la Unió de Llauradors y Fepac-Asaja aseguran que el alquiler es otro camino que cada vez más gente toma para poder dedicarse a la agricultura o, incluso, para ampliar las tierras de las que dispone. El fenómeno, que va a más, es especialmente habitual en el caso de los cultivos de hortalizas. H