Es el último baluarte de costa virgen. Una línea paralela al mar que se puede recorrer por sendas que serpentean rocas calcáreas, esquivan pinos, penetran por calas blancas y atraviesan bosques de palmitos y enebros. Una maravilla que existe, está en Castellón y se llama Serra d’Irta. Situada entre Peñíscola y Alcalà de Xivert-Alcossebre es, en palabras del geógrafo y escritor José Manuel Almerich, la última oportunidad de mantener intacta la costa igual que cuando llegaron, hace más de tres mil años, los primeros fenicios. Doce kilómetros de costa virgen a salvo de toda especulación. Libre total de hormigón. Para muchos, un milagro.

Parque natural desde julio del 2002, un poblado de origen musulmán, Hirta, da nombre a una sierra (Irta) que ocupa 12.000 hectáreas y que es una de las siete maravillas de Castellón. Muchos pueblos han pasado por ahí y la mano del hombre es evidente. Los es en la torre de Badum, en los restos de corrales, aljibes, pozos, norias, casas abandonadas y, sobre todo, en los castillos templarios: el de Alcalà de Xivert y el de Santa Magdalena de Pulpis.

Pese a que llevan ahí más de 700 años, pese a que han sido testigos de disputas, hambrunas, reconciliaciones... pese a su imponente presencia, las fortificaciones de Xivert y Pulpis son unas grandes desconocidas. Lo son en Castellón y también fuera. Quizás tienen la mala suerte de estar demasiado cerca del castillo de Peñíscola, un filón turístico incuestionable que cada año atrae a más de 300.000 visitantes.

Esa especie de ostracismo del que han sido víctimas los castillos de Xivert y Pulpis podría tener los días contados. Y lo podría tener porque la Diputación Provincial, el equipo técnico del paraje protegido y los tres ayuntamientos implicados, acaban de presentar el proyecto El Mirador Templario, un sendero interpretativo que en sus más de 26 kilómetros de longitud une las localidades de Peñíscola con Alcalà de Xivert-Alcossebre, cosiendo los castillos medievales y templarios de Peñíscola, Santa Magdalena de Pulpis y Alcalà. «Se trata de un sendero que discurre en un 90% por el parque natural de la Serra d’Irta y que combina la riqueza paisajística de esta zona de la provincia con el patrimonio histórico de las fortalezas históricas», asegura Vicent Sales, vicepresidente de la Diputación.

Recorrer los 26 kilómetros que separan la fortaleza de Xivert de la de Peñíscola significa conocer impresionantes paisajes que serpentean por las montañas en las que se instalaron estratégicamente los castillos en busca del control del territorio desde las alturas. Hoy, pasados los siglos son espectaculares balcones para los caminantes, los turistas y los amantes de la historia. Porque aunque estos castillos ya han pedido su objetivo defensivo, no dejan de abrir una mirada a un pasado no tan lejano: el castillo de Xivert, jefe de la encomienda templaria en 1243 y recientemente restaurado; el de Pulpis, con su espectacular torre de Homenaje y las muralles desde donde poder vislumbrar el barranco del Castell; y el majestuoso castillo de Peñíscola, donde aún hoy son visibles las huellas que dejaron los caballeros templarios. «Se trata de una ruta senderista que se realiza en un tiempo estimado casi 8 horas, aunque se puede hacer en dos tramos, aprovechando el castillo de Pulpis, cercano a Santa Magdalena», detalla Belén Salvador, responsable de Itinerantur, la firma encargada de la gestión del proyecto turístico.

LA HUELLA DE LOS TEMPLARIOS

Los tres castillos llevan el sello de la Orden de los Templarios, unos caballeros que empezaron sus andanzas defendiendo a los cristianos que participaban en las Cruzadas en Tierra Santa. Poco a poco, su poder e influencia se expandió por toda Europa pero fue con Jaime I cuando se convirtieron en todopoderosos. El Rey les concedió el castillo de Pulpis, un tercio de Burriana, y, en 1294, Peñíscola junto con Albocacer, Ares, Benicarló, Cuevas de Vinromà, Serratella, Tirig, la torre de los Domeges, Villanueva de Alcolea, Vinaroz y otras haciendas menores. «A través del sendero El Mirador Templario la Diputación, en colaboración con el personal del Parque Natural de la Serra d’Irta, no solo ha identificado y analizado aquellos elementos patrimoniales vinculados con la época, sino que al mismo tiempo se han puesto de manifiesto espacios naturales únicos como el de Irta que aporta nuevos atractivos a este proyecto de difusión patrimonial», sentencia el vicepresidente Vicent Sales.

Este sendero se contextualiza dentreo del proyecto turístico y cultural la Ruta del Temple, que pretende poner en valor el enorme legado dejado por los caballeros templarios, repartido fundamentalmente por las comarcas del Alt y Baix Maestrat.