Un día de este último frío mes de enero, ha fallecido a los 87 años de edad. Y los recuerdos se han ido agolpando no solamente en mi mente, sino también entre las teclas de mi Olivetti. Yo ya había estado en Morella en mi juventud como cronista deportivo para el periódico y la radio con motivo de aquellas legendarias pruebas ciclistas de Vila-real-Morella-Vila-real, con Bahamontes, con Jarque y Marigil, con Argelino Soler, cuyos managers me invitaban a saciar mi buen apetito con las delicias gastronómicas morellanas, pero Vicente Aguilella, cuando él ya empezaba a tener responsabilidades en Información y Turismo, cuando su entusiasmo por la provincia crecía al acercarse profesionalmente a nuestras piedras milenarias doradas al sol de nuestras tierras del interior, se convertía también en un cantor de lo que él denominaba ‘rutas gastronómicas’. Y me decía además que había que hablar de nuestro pan y nuestro vino, de nuestro aceite y nuestra uva, de nuestras naranjas, de las sardinas y langostinos de nuestro mar, de la caza en nuestros campos y montes, pero, de modo especial, que había que crear unos itinerarios gastronómicos que ayudaran a valorar los alicientes de nuestra provincia. Aún no tenían protagonismo los atractivos campos de golf.

AZAHAR Y ROMERO // Se ha escrito ya mucho de aquel estallido espectacular que se produjo a mediados de los años sesenta, como punto de arranque de las campañas oficiales o empresariales para el fomento del turismo. Y tal vez nosotros no supimos aprovechar del todo la circunstancia de nuestro entorno, beneficiado por un clima excepcionalmente benigno y una gran variedad paisajística derivada de la diversa caracterización geográfica de sus comarcas, llenas de focos de atracción turística que Vicente Aguilella supo ver y admirar siempre y que, desde su puesto oficial de mando, intentó aprovechar con más entusiasmo que ayuda. Me explicaba muy a menudo que, provincia diversa y con fuertes contrastes de especial atractivo, Castellón ofrecía muchas oportunidades. Y hacía mención a aquello de ‘entre el azahar y el romero’. Y que desde la cima señera del Penyagolosa, con la Tinença de Benifassà o el Maestrazgo todo, la Sierra Espadán y las cuencas del Mijares o del Palancia, como un lienzo con repliegues que llega al mar, con lo olores y colores del espliego y el romero, formaban en sí mismo un catálogo de atractivos, a los que había que añadir el valor histórico de las obras de arte.

LA VIDA // El matrimonio entre Joaquín Aguilella Aguilella y Carmen Sol Vicent estaba muy entroncado con la sociedad de Onda, población de gran actividad industrial, especialmente en el mundo del azulejo, donde residían desde su nacimiento. Tuvieron cinco hijos, Joaquín, José, Antonio, Vicente y Elías. Todos irían esparciéndose por la provincia, especialmente en la capital. Vicente había nacido en Onda el 24 de octubre de 1924 y mostró pronto buena actitud para el aprovechamiento de lo que iba estudiando en el colegio y en el instituto después. Preparó Profesorado Mercantil, pero en su madurez, cuando su hijo mayor empezó Físicas en la Universidad Jaume I, Vicente empezó también --y terminó a su tiempo-- Sociología y Ciencias Políticas. Mientras, sus hermanos se irían casando: Joaquín con María; José con Carmen; Antonio con Dolores; y Elías con Eloína, todos acomodándose en los oficios y ocupaciones a los que les empujaban su habilidad, sus aficiones o sus aptitudes. Vicente empezó a dar clases en las Escuelas Pías y, después, fue profesor y jefe de estudios del tantas veces recordado y mencionado Colegio Menor, en la calle de los Orfebres Santalínea.

LOS SANTANDERINOS // A la altura de mi edad, he tenido ocasión de conocer y a veces relacionarme cordialmente con familias y personas que aquí fueron llegando para empezar una nueva etapa de sus vidas en la capital de la Plana. No todos han tenido siempre el mismo motivo para venir y la verdad es que nunca me ha sido fácil saber el porqué. Ejerciendo como mancebo de botica, tuve ocasión de conocer a los Santanderinos, familia que había llegado a Castellón y establecieron de inmediato una vaquería, que se hizo muy popular en la Ronda Magdalena, esquina a la calle de Santa Bárbara. Eran los Fernández. La vaquería se trasladó después a la Gran Vía de Tárrega Monteblanco, detrás del Hospital Provincial. Mucho me llamó la atención el hecho de que las jóvenes --especialmente ellas-- de la familia no tardaron en encontrar pareja y después casarse con muchachos de Castellón. Con naturalidad. Así, Manolita Fernández Revuelta, la hija de Manuel y Ricarda, contrajo matrimonio el 22 de abril de 1957 con Vicente Aguilella Sol. Creo que he estado alguna vez en su piso de la avenida del Doctor Clará, donde fueron llegando los hijos, Vicente Manuel, Luis y María José, la que a su tiempo contraería matrimonio con el prestigioso y popular director de la Coral Vicent Ripollés, Manuel Torada Calonge.

LA CARRERA // Vicente Aguilella nunca ha dejado de estudiar. Preparó oposiciones --las aprobó-- como técnico de Obras Públicas. Más tarde, también por oposición, pasó a Información y Turismo en la delegación de Castellón, donde ocupó distintas responsabilidades, acabando su vida laboral activa como Jefe de los Servicios territoriales de Turismo. Nunca le afectaron laboralmente los cambios administrativos, incluso políticos, de la Generalitat Valenciana de la que dependía su puesto de trabajo. En una etapa de su vida, fue muy feliz como inspector y corresponsal de la popular Guía Gurmetour. Puede que se conserve todavía su cuaderno de apuntes con curiosidades y múltiples recetas de nuestra gastronomía provincial. También ha escrito de ello en publicaciones de lo más variado y atractivo, así nuestra publicación Castelló Festa Plena y aquí mismo en el Periódico Mediterráneo.

Sus tres nietos, Luis, Leyre y Ana le han dado muchas alegrías en sus años finales. Los tres le han hecho disfrutar con la música, él mismo interpretaba con gusto con el piano, el violín y el violonchelo. Ana pertenece a la Jove Orquesta Sinfónica de Castellón. Aunque aún tiene pendiente con Luis una partida de ajedrez, que a saber con quién la estará jugando ahora. Yo no olvido aquella intensidad con la que vivió los días y lo años de los cine clubs, en Castellón y en la provincia. H