Hace 20 años quien salía de la universidad con un título de licenciado o diplomado prácticamente tenía asegurado el trabajo. Porque encontrar un empleo como médico, abogado, economista, maestro o informático era cuestión de meses. Algunas veces incluso de semanas. No hacían falta másteres ni irse de Erasmus, tampoco demasiados conocimientos de informática. Ni siquiera tener un buen nivel de inglés. Había oportunidades y aunque los menos afortunados pasaban algún tiempo dando tumbos, el empleo llegaba. Hoy las cosas han cambiado y quienes abandonan el campus no lo tienen fácil. Y eso que de ellos se dice que son la generación más preparada de la historia.

Los jóvenes de Castellón que este año acaban la carrera se enfrentan a un panorama un tanto sombrío. Son chicos y chicas de entre 22 y 25 años que nacieron en la prosperidad, con un entorno político, económico y social infinitamente mejor que el de sus padres, pero que saben perfectamente que su carrera de fondo no acaba estos días. Se van a dar de bruces con una durísima crisis. Pero aunque se miren a sí mismos con cierto pesimismo, la mayoría posee en su discurso la esperanza propia de la juventud por un futuro mejor. Al fin y al cabo, se trata de una generación que no está dispuesta a tirar a la basura años de educación y que va a seguir peleando. Porque están convencidos que tarde o temprano llegará la recompensa a

tantos años de estudio.

Marina Herrero forma parte del grupo cada vez más numeroso de jóvenes que no se conforma con una tener una titulación universitaria. La competencia es dura y esta recién graduada en Comunicación Audiovisual por la Universitat Jaume I (UJI) piensa seguir formándose. «Del futuro no espero nada y, de momento, he decidido seguir estudiando un módulo de fotografía en Almassora, y quiero profundizar en la fotografía, una temática que en la carrera se da muy por encima y solo el primer año», explica esta benicarlanda de 22 años.

Para Marina la pregunta ¿y ahora qué? está llena de dudas. «Para quienes acabamos ahora la carrera esa cuestión es la peor. No me siento preparada para salir al mundo laboral y estudiar un máster lo veo excesivo», resume. Cuando le llegue la hora se decantará por la televisión o las empresas de fotografía. «La verdad es que no lo sé muy bien. De momento, los trabajos que busco son temporales, de verano, y para pagarme la formación y el material que necesito para mejorar».

A María Martí le quedan días para conseguir el grado de Traducción e Interpretación. Esta joven de Castellón de 21 años, que estudió en el Maestro Canós y en el IES Penyagolosa, tiene claro que sueño es ser profesora de francés. En la Univesidad, etapa que define como la mejor de su vida, se ha especializado en traducción audiovisual. Además estudió un tiempo en Ginebra y compaginó los libros con trabajos en academias de idiomas y como profesora particular. «Lo que tengo claro es que quiero dedicarme a la docencia de idiomas, ya sea en España o en el extranjero, y para eso el próximo curso me matricularé en el máster de Profesorado de Educación Secundaria que ofrece la UJI», añade.

UN EMPLEO ANTES DE ACABAR

No todo el mundo tiene la suerte de Jahel Molina. Porque esta recién graduada en Psicología de 21 años y natural de Vilafranca, ya tiene trabajo. Y para colmo es de lo suyo. Desde mayo trabaja como técnica en un proyecto con jóvenes. «Espero poder seguir trabajando en esto el resto del año», asegura al tiempo que reconoce que esta oportunidad laboral le ha ayudado a ver el futuro un poco menos negro. Pero aunque tiene trabajo, Jahel piensa en seguir formándose. Entre sus objetivos está cursar un máster o un doctorado en psicología del deporte y las emociones. «Sé que es algo complicado pero una vez más intentaremos trabajar para que sea posible», sentencia.

Las perspectivas laborales de Ventura Alonso son algo más pesimistas. De momento, este joven de 24 años, graduado en Comunicación Audiovisual y a punto de lograr el título de Periodismo, va a trabajar como camarero en un bar de copas. «Con el dinero ahorrado quiero irme a Valencia o Madrid y buscar empleo en la televisión o en productoras», explica. Ventura sabe por compañeros que su futuro laboral no será un camino de rosas. «El panorama está negro, con salarios precarios, pero con persistencia estoy convencido de que algo saldrá». Su otra carrera, la de encontrar empleo, acaba de empezar.