Los abuelos son fuente de sabiduría. Y también son los canguros por excelencia. Ellos son los que se ocupan de recoger a los nietos del colegio, darles de comer y, ya por la tarde, acompañarles al entrenamiento o las clases de inglés. Esa es la rutina diaria de miles de pensionistas de Castellón, aunque para otras decenas de familias de la provincia son también un importante sustento económico.

Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicados por el Instituto Valenciano de Estadística (IVE), revelan que en Castellón todavía existen 1.800 hogares con alguno de sus miembros en el paro y que dependen de una prestación por jubilación para cubrir sus necesidades económicas más básicas. En el conjunto de la Comunitat Valenciana la cifra asciende a 27.100 familias.

Pese a que todavía hay 1.800 familias que viven pendientes de la paga del abuelo, la situación ha mejorado mucho. Un dato basta para entenderlo: en el 2012, en el momento más duro de la crisis, los hogares con algún miembro en desempleo y que dependían de una prestación de jubilación eran 4.900. Hace un año la cifra ascendía a 2.800. «Durante los últimos años las pensiones se han convertido en todo un salvoconducto para las familias con rentas bajas y medias, que han visto como se recortaban sus ingresos ante el endurecimiento de un escenario económico marcado por la escasez de oportunidades laborales y por el recorte de prestaciones sociales», argumentan desde los sindicatos, que insisten en que el colectivo también ha sido duramente castigado por la crisis.

Los sindicatos han secundado en las últimas semanas movilizaciones para protestar contra la subida del 0,25% de las pensiones. «Esta revaloración es una vergüenza que no podemos consentir y seguiremos en esa batalla hasta que no cambien las decisiones políticas», explican en UGT Castellón.