Mientras el fútbol de hoy en día se rinde a Messi o Cristiano, el de los años 70 y 80 idolatraba a Quini, fallecido este martes. Siete veces máximo realizador, el asturiano dejó huella tanto por su calidad futbolística como humana. Marcó 300 goles, aunque pocos con tanta repercusión como el que significó el 3.000 del Barcelona en la Liga, cuya víctima fue el Castellón.

El 24 de enero de 1982, los albinegros, dirigidos por Osman Bendezu, se adelantaron (marcó Miguel Ángel Lotina), pero Quini inició la remontada azulgrana y, con el 3-1, la apoteosis. «Fue un partido bonito. [Quini] marcó el gol 3.000 y se paró el partido para el homenaje, sonó el himno del Barça...», rememora Pedro Conde. «Tengo la camiseta del Barça de ese día... y creo que es la de Quini», dice el burrianense, echando la vista atrás.

Nadie ha dicho nunca una mala palabra del gijonés, que, un año antes de esa cita, había pasado por un durísimo trance: estuvo secuestrado, durante tres semanas, por unos delincuentes comunes, a los que Quini perdonó retirando la denuncia (al final, sus captores sí fueron condenados y pasaron por la prisión).

«¿Que cuál es mi opinión sobre Quini? Pues la misma que todo el mundo. Hay delanteros a los que nunca dan patadas porque, por su forma de ser y su forma de jugar, se les respeta; él era uno de ellos», certifica Conde. «Era fácil cogerle cariño», subraya.

El revulsivo

Aquel Castellón descendió a Segunda después de ganar apenas tres encuentros, pero contaba con futbolistas de la talla de Javier Ibeas, José Ignacio Viña, Juan Bautista Planelles o Julio Prieto. También con Víctor Salvador que, ocho temporadas después, hacía de penalti el gol con el que los albinegros tumbaban en Castalia al Dream Team de Cruyff con Zubizarreta, Koeman, el betxinense Robert Fernández o Julio Salinas. «Con 17 años que tenía, ¡cómo no voy a acordarme de ese día!», pregona el ondense. «Había debutado esa temporada en Primera en un Castellón-Betis, que jugamos en Mestalla, marcando a Gordillo», señala. Volviendo a aquel encuentro en el Camp Nou, Víctor tuvo un papel protagonista: «Salí a 15 minutos del final y di el 4-2 a Conde y el 4-3 a Julio Prieto, incluso pudimos empatar...». Lo cual habría ensombrecido a Quini. «Tenía don de gentes, no me extraña que dejara huella», destaca.

Pichi Alonso, exalbinegro también, compartió vestuario en un Barça con el gijonés o Maradona. «Quini recibía más cartas que él», sostiene el benicarlando sobre el argentino.