Sobre la kilométrica moqueta que ha unido los 838 estands de Cevisama, los episodios paralelos al desarrollo de la feria han sido una constante, y más cuando hablamos de un evento con una masiva asistencia sobre un mismo tapete internacional, con más de 122.000 metros cuadrados de superficie y un salón repartido en 10 pabellones.

Del éxito comercial daba fe el descorche de botellas de cava que, casi a diario, cerraban cada jornada. Un brindis para nuevos episodios marcados por la implantación de las nuevas tecnologías y la realidad virtual. Porque la feria ofrece ya claros síntomas de que corren otros tiempos; es un certamen que llena los trolleys de catálogos y compromisos comerciales.

Cevisama ha vuelto a combinar el glamour de personajes ilustres de la moda y el deporte con la estampa de los reponedores y personal de servicio, ávidos a la hora de recomponer las despensas del vending. Tampoco faltaron las enormes paellas muy del gusto de propios y extraños, pero siempre aliñadas con largas listas de espera.

Y en un ambiente con nivel 4 de alerta terrorista, no pasó desapercibida la presencia de policías uniformados que, con fusil de asalto en mano, patrullaban entre unos estands custodiados por unos agentes --comerciales-- que estaban a otra cosa.

Cevisama, como una feria de contrastes que es, volvió a conjugar las nuevas tendencias y los nuevos modos de producción con las demostraciones en vivo de artesanos que recuerdan el origen de un sector hoy metido de lleno en la industria 4.0.

Mientras los selfies testimoniaban el momento --en todo momento-- la cobertura 4G daba por enterrada --y amortiza-

da-- las cámaras digitales pocket.

Han sido maratonianas jornadas en un escenario valenciano donde el protagonismo nuevamente se lo llevó Castellón --y provincia-- por méritos propios.

Por lo demás, hoteles llenos, casi un millar de taxis movilizados y decenas de autobuses en hora punta. Sobre todo, empresarios, profesionales y responsables de la feria sin poder ocultar su satisfacción. Al final, Cevisama bajó los tornos de sus accesos con una amplia lista de nuevos encargos que, según las previsiones, alimentarán los hornos para un año que se espera, sobre todo, bueno.