Más allá de los protocolos que marcan el inicio de la feria, el arranque de Cevisama siguió el guion establecido para estos casos. Ni siquiera sorprende que se cumplan las previsiones que, en este caso, han sido bastante optimistas a tenor de que es muy -muy- posible que esta edición sea «la mejor de todas» tanto en participación, que lo es, como en asistencia, que seguramente lo será.

La vuelta de empresas españolas que un día se ausentaron por la crisis o una mayor presencia italiana resultan evidentes, pero tan notorio y constatable como la frenética actividad de unos expositores que rezuman novedades ya desde sus mismos esqueletos. Entrañas que aún arrastran el olor a madera de un ardoroso montaje que ha movilizado a casi 6.000 operarios. Todo estaba listo y en su sitio este lunes.

Y así fue. El ejército que combate a diario en el damero internacional de la cerámica acudió puntual a Cevisama movido por el propicio pálpito que hay en el ambiente -otros lo llaman esperanza- para que esta feria sea un trampolín de rentables negocios. Que es para lo que sirve… y para lo que se inaugura. Cevisama se ha echado un pulso a sí misma con nuevas propuestas en su programación, abriendo nuevos espacios que le permitan aprovechar el buen momento de un sector como el azulejero, más partidario de prolongar su buena racha -desde la moderación de resultados y mayor pulmón en inversión- que buscar los dígitos de un fugaz crecimiento. En feria se verá.