Benicàssim Belle Époque despidió ayer su séptima edición en una jornada en la que lucieron los peinados y vestidos de época y las bicicletas antiguas. Un grupo de aficionados desfiló con auténticas reliquias por el paseo marítimo Pilar Coloma, con vestimenta típica de aquellos años, ante la atenta mirada de los asistentes que disfrutaron de la exposición de estos ejemplares, tanto por la mañana como por la tarde, en el último día de este evento, impulsado por la Concelía de Turismo.

Asimismo, en la peluquería habilitada por la organización de esta recreación histórica muchas mujeres se prepararon para lucir sus cabellos acorde a la época. Se trata de uno de los servicios que ha cosechado más éxito durante todo el fin de semana.

El teatro también volvió a entretener a los visitantes y arrancarles alguna que otra carcajada con los actores que representan a personajes de la alta burguesía que veraneaban en Las Villas de la localidad costera y parodiando, incluso, a la familia de un hipotético alcalde de Benicàssim.

Los talleres, juegos y puestos del gran mercado modernista que ha tomado este fin de semana el paseo marítimo de las playas l’Almadrava y Voramar fue otro de los principales focos de atención, con multitud de paradas con todo tipo de artículos y productos gastronómicos, así como artesanos que mostraron a todos los que se acercaron los detalles de sus antiguas profesiones.

Además, numerosas personas participaron en los concursos de fotomaratón, vestimenta y pintura rápida, con el objetivo de hacerse con el primer premio, y se llevó a cabo la última ruta contada a Las Villas, con salida del Voramar, para conocer la historia de estos palacetes de finales del siglo XIX y principios del XX.

Verbena y baile del farolillo

El programa finalizó con una verbena típica de la Belle Époque, que contó con actuaciones musicales de la compañía Cor de Fusta, por la tarde, frente a Villa Amparo, uno de los inmuebles más impresionantes de la Ruta de las Villas y que ha lucido estos días iluminado. También se mostraron los bailes de la agrupación folclòrica El Cremaller. Tal y como ocurrió en la pasada edición, el baile del farolillo marcó el fin de los festejos, un baile lento que acaba cuando se apagan las velas que sujetan las parejas que se animan a participar, junto al Cremaller.

En definitiva, Benicàssim dijo adiós a tres intensos días en los que recordó ésa época de esplendor con el inicio del turismo.