La balsa de agua dulce situada entre el recinto portuario de Peñíscola y la muralla del casco histórico no ofrece en los últimas semanas su mejor imagen. De forma progresiva, se ha ido multiplicando la presencia de cañas, bolsas de plástico y, sobre todo, grandes cantidades de musgo, que han teñido completamente de verde alguna parte de este espacio.

Vecinos de la zona han comentado que la actual situación «es de las peores» que recuerdan, mientras que no es extraño ver la cara de contrariedad que muestran algunos de los visitantes de grupos organizados, que ven esta lámina de agua como una de sus primeras estampas del destino. Diariamente, autobuses de turistas aparcan en las inmediaciones y acceden al casco antiguo a través de la pasarela de madera que justo cruza el citado estanque.

LOS MOTIVOS / Desde la Conselleria de Obras Públicas, encargada de la gestión del puerto, han reconocido el problema a Mediterráneo y han indicado que la falta de mantenimiento «se debe a que, recientemente, se ha hecho la adjudicación de la empresa encargada», lo que ha conllevado algunos retrasos, tanto en la contratación como en aspectos administrativos. Una vez solucionado el contratiempo, «la adecuación comenzará a partir de esta misma semana y, por supuesto, ya estará en perfectas condiciones cara al periodo de Pascua», en el que se espera una gran afluencia de visitantes, como arranque oficial del periodo turístico en Peñíscola. Paralelamente, una persona que trabaja de manera habitual en tareas de limpieza se encarga de retirar algunos objetos que hayan caído, como plásticos, papeles o restos de botellón.

Este punto de agua dulce forma parte del puerto y fue construido en 1995, cuando desde la Generalitat se decidió reducir la explanada existente. Una opción que en su momento fue controvertida debido a la desaparición de la Font de Sant Pere, un lugar especialmente recordado por los peñiscolanos, así como por las complicaciones que hay para tener el espacio en condiciones.