La «plaga» de cabras hispánicas, como se cataloga esta problemática que padece Els Ports, está descontrolada. Los ganaderos han lanzado una vez más la voz de alarma por lo que consideran una «invasión» de este animal salvaje, que, según denuncian, se come sus cosechas y puede transmitir enfermedades a sus ganados, entre ellas la temida sarna. Incluso se han dejado ver dentro del casco urbano de localidades como Vallibona (vídeo adjunto), tal y como pudo registrar el vecino de este municipio, José Manuel Serret.

Los ejemplares de esta especie se cuentan por miles en la zona. Un ejemplo es el coto de Morella, en el que se tienen registrados, entre machos y hembras, a unas 2.300 cabras, lo que equivale prácticamente al mismo número de vecinos con los que cuenta la capital de la comarca.

Ante esta superpoblación, la Sociedad de Cazadores del Maestrazgo se brinda de forma «totalmente altruista», apunta su presidente, Francisco Javier Temprado, «para dar solución al problema», pero necesitan «la ampliación del cupo de animales a abatir y eso depende de la Conselleria de Medio Ambiente». «No podemos hacer más de lo que la administración nos permite», resalta.

5% DE PERMISOS // Al respecto, Temprado recuerda que actualmente tienen permiso para cazar en este 2017 a 60 hembras y 45 machos. «Es solo el 5% de la cabaña existente. Si otorgaran más permisos, el censo se reduciría considerablemente, porque la subida de la población de cabras incrementa exponencialmente el riesgo de contagios y de enfermedades. La solución tiene que llegar con presteza para evitar males mayores», argumenta.

Sobre la afección a los ganaderos, el representante de los cazadores indica que son «conscientes de la situación» y se ofrecen a «subsanar cualquier problema derivado» de su actividad, pero formalmente no tienen «ninguna queja por parte de ellos». «Con una ampliación del cupo, podríamos llegar a tener un control sostenible del censo», explica.

INDIGNACIÓN // Los ganaderos afectados se muestran «indignados y hartos», como es el caso de Aurelio Badal, de la masía Fores de Vilafranca. «Nos sentimos desamparados por la administración y no se actúa ante este desastre», destaca. Desde Morella, Joel Pascual, comenta que la cabaña de cabras «ha ido a más», y también recalca que «entran sin estupor en zonas que antes no habitaban, no se extrañan de la presencia humana y pastan tranquilamente, destrozando las cosechas», concreta.

El veterinario Diego Ibáñez señala que las enfermedades que pueden transmitir son «muy graves», ya que «no tienen ningún control sanitario y los daños económicos para un ganadero podrían ser muy importantes».