No hace mucho tiempo que fue un bar-restaurante muy concurrido, especialmente durante el verano. Un lugar diferente donde cenar o tomar algo a primera línea de mar. El Limbo fue diseñado para una mercantil por el arquitecto Vicent Guallart en la época en que se reformó el paseo marítimo y el entorno y la concepción hacían presagiar que se convertiría en un local de referencia. Sin embargo, pocos años después, ha tenido que ser cerrado y su estructura se deteriora por falta de mantenimiento.

La historia del Limbo se inició en el año 2007, cuando el Ayuntamiento de Vinaròs convocó un concurso para la contratación de la concesión de uso privativo de dominio público mediante un módulo de servicios con destino a actividad de restauración en esta zona de Fora Forat, frente a la playa. A ello optaron tres empresas y, en abril del 2007, se le adjudicó por puntuación a una de ellas, por un canon de 1.500 euros mensuales. Una concesión que fue definitivamente aprobada en el pleno de mayo de ese mismo año. El 30 de octubre del 2007 se suscribió el documento de formalización entre el consistorio y la firma seleccionada.

A Guallart Architects, autor de la remodelación del bulevar costero, se le encargó su diseño, y realizó un sistema arbóreo hexagonal con una estructura desmontable de acero galvanizado, con grandes superficies acristaladas. Sin embargo, a partir del 2009, la mercantil acumuló la deuda del canon de concesión y, con fecha 24 de octubre del 2013, el pleno vinarocense acordó incoar expediente para declarar la extinción de la concesión de uso privativo de dominio público por este “reiterado impago”.

El Servicio de Gestión, Inspección y Recaudación de la Diputación decidió entonces la enajenación mediante subasta de los bienes muebles y tasó la estructura del Limbo en 179.804,62 euros. Pero tanto la primera subasta, por un precio de 89.900 euros, como la segunda, por 56.658, quedaron desiertas y, al no habérsela adjudicado el Ayuntamiento en pago de deudas y habiendo entrado en concurso de acreedores la mercantil, la propiedad del módulo retornó de nuevo la empresa.

Actualmente, está pendiente la aprobación del plan de liquidación, al que no se han presentado alegaciones. Dentro del mismo, que tiene una duración estimada de 8 meses, se contempla la venta, por parte de la firma, del módulo desmontable del Limbo.

El Ayuntamiento no puede retirar las instalaciones, ya que forman parte del activo del concurso de acreedores, por lo que tendrá que esperar a que se venda o se achatarre dentro del procedimiento de liquidación concursal. El consistorio pretende sacar de nuevo a licitación pública el uso del dominio público, pero sin el desmontable, ya que no ha accedido a la propuesta del administrador concursal de que se incluyera en la oferta. Así pues, primero se ha de vender el chiringuito. Mientras tanto se deteriora a la intemperie. H